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Arona 26 de Octubre de 2010
Encuentro Familia Escuela
El sábado voy a una fiesta donde nos reunimos
muchos padres y sus respectivos hijos, como
un encuentro más de aprendizaje, convivencia y
construcción de un mejor futuro con intercambios de opiniones. Además nos quitamos un poco el estrés y seguimos sumando días a nuestro historial de la vida.

Algunos padres no asistieron por diferentes motivos personales y no personales. Luego vas mirando y escuchando a todos los que puedes y observas que detrás hay un toque de soledad, tristezas y algunas mentiras. Muchos querríamos abrazarnos tranquilamente, y no hablo de amor platónico. Incluso algunos querríamos hablar más con algunos de los asistentes, pero los cerebros trabajan de una manera rápida donde no tienes tiempo a pensar porque escuchas infinitos temas diferentes.
La mayoría queremos quedar bien, con el toque de simpatía porque tampoco vamos amargar la vida. Luego sin preguntar van informándote de algunos divorcios o separaciones de algunas parejas que para a la sociedad conocida estaban mirados como ejemplos a seguir. Vas sorprendiéndote y preguntas a tus neuronas, ¿Valió la pena el esfuerzo de tantos años de trabajo haciendo una casa de dos o tres pisos? ¿Valió la pena esos días y noches de sacrificio, pintando y limpiando escombros? ¡Vamos a responder que sí para ser positivos!

Todos somos modernos o queremos serlo e intentamos ir de comprensivos y esto no es malo. Luego hay parejas que queremos abrazarnos cuando vamos por la calle, pero todavía tenemos esos conflictos en la cabeza de la inseguridad, pensando en los demás qué pueden pensar y aquí pensamos todos. Después está el conocido que a pesar de haber pasado los cuarenta y tantos sigue fumando porros, cosa que no importa, pero si lo tengo en cuenta cuando después de haber tomado más copas de la cuenta, comienzas a liar porros delante de personas que no admiten esta cultura. Además entre las copas y los porros te has convertido en un baboso que cuando hablas con algunos, entre ellos yo, pones tú mano y tu cuerpo sobre mi hombro sin poder cortarte el lote, para que no trinques un trabe cerebral y estés tres días hablando sobre mi persona. La decisión es jajaja, jojojo alejándome lo antes posible.

Y volviendo al principio sobre aquellos padres que no vinieron porque había mucha película, voy a opinar que algunos estamos sin actuar, aunque también hubiéramos preferido quedarnos en casa. Por la tarde comenzó a llover unas gotas de nada y el noventa por ciento de los asistentes salieron por pata sin despedirse si quiera. ¿Para qué y por qué nos reunimos? Lo tengo claro y es porque gracias a Dios todavía quedan algunos que organizan este tipo de eventos, donde todos aprendemos y compartimos formas de ser. También decir que todavía quedan padres personas, con los que comparto risas y buen rollo amistoso cargando las pilas para seguir adelante en el proceso de la vida. Pero el motivo principal, son los niños todo el santo día jugando, sudando, intercambiando opiniones y viviendo. Porque la mayoría de los niños viven encerrados entre cuatro paredes la mayoría de horas de la semana. Igual que nosotros.

Juan Santana