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Adeje 20 de Julio de 2013
“Estadísticamente, este año ha muerto
un buceador al mes en aguas canarias”
La ponente Carmen Azpeitia recuerda que una actividad tan peligrosa como esta requiere rigurosos exámenes médicos y de aptitud.

“El ser humano ha sentido desde su orígenes una enorme fascinación por el fondo marino. Esa es la imagen dulce de su relación con el mar. La imagen amarga es que en Canarias, y en todas partes del mundo, se producen muchas muertes durante la práctica de las actividades subacuáticas. La última ocurrió en la playa de Taurito (Gran Canaria) el 11 de julio cuando un turista holandés de 52 años de edad perdió la vida mientras realizaba el llamado bautizo de buceo”.

De esta forma tan directa y tan clara inició su ponencia Carmen Azpeitia Baudet, jefa de Servicio de Acreditación de Centros del Servicio Canario de Salud (SCS), en el curso Medicina y Enfermería Subacuática e Hiperbárica de la Universidad de Verano de Adeje.
Azpeitia Baudet, que es médico y también una activa practicante del buceo de escafandra y de apnea, señaló que, en lo que va de diciembre de 2012 a mediados de julio de 2013, han perecido siete submarinistas sólo en el litoral de Gran Canaria, y que tres de estas muertes han tenido lugar desde el comienzo del verano hasta ahora. “Estadísticamente, muere un submarinista al mes en nuestras costas y, lamentablemente, sin conocer con exactitud las causas, señaló la ponente. En cualquier caso, matizó, que estas cifras se corresponden sólo con el año en curso.

Nuestra región no sólo carece de un censo de siniestralidad asociado a esta practica que deportiva --pese a que se estima que a lo largo del año se realizan más de treinta mil inmersiones en aguas de las dos provincia, de las que unas doce mil, aproximadamente,  se hacen en Tenerife--, sino que el personal médico sanitario sigue sin recibir una formación específica para atender accidentes relacionados con esta actividad peligrosa.

En ese sentido, la ponente coincidió con los profesores del curso en el hecho de que el buceador puede experimentar unos trastornos patológicos por completo diferenciados, que no se observan en ningún otro campo de la patología médica, y que requieren modalidades terapéuticas asimismo excepcionales.

Azpeitia Baudet, que acudió al aulario de la Universidad de Verano de Adeje para hablar sobre el Examen Médico de Aptitud para el Buceo, lamentó que España no cuente con una normativa clara que defina las labores de los buceadores profesionales. Al respecto, señaló que, por ejemplo, en las piscifactorías se contrata como profesionales a buceadores deportivos. Son empresas, dijo, donde hay una alta siniestralidad y en las que suelen tener problemas con las compañías aseguradoras.

La ponente recordó que los buceadores profesionales ejercen una actividad de gran peligro que precisa de una condiciones físicas y unos medios adecuados para ponerla en práctica sin riesgo.

Carmen Azpeitia, que explicó con detalle cada tipo de actividad, recordó que el examen médico de aptitud para el buceo discurre, en el plano deportivo, por otros fueros y, si bien en muchos países hay regulaciones específicas, el resultado es una aplicación muy laxa en el nuestro. Parece lógico pensar que esta potestad debería estar restringida a centros especializados y médicos especialmente calificados, tal como ocurre, por ejemplo, con otras actividades de riesgo menor, y que la emisión de certificaciones de aptitud estuviese restringida a profesionales con experiencia, específicamente formados para ello. Pero el hecho consumado es que “los buceadores deportivos que precisan una certificación de aptitud pueden, en el momento actual, acudir a cualquier médico mínimamente calificado, el cual podrá extender un certificado médico de aptitud para una de las actividades deportivas de riesgo más alto que se practican”.

En su opinión, “la complejidad de la medicina subacuática requiere de forma imprescindible que el médico examinador haya recibido formación especializada, pero, como eso no se da un nuestro país, lo único que se le puede pedir al personal sanitario que realiza las exploraciones es que sean muy estrictos a la hora de hacer esos exámenes.

En ese sentido, les recordó a los enfermeros y enfermeras que acuden al curso de la UVA que deben tener en cuenta que el objetivo del examen médico de aptitud es valorar el riesgo latente de tener un accidente durante la actividad subacuática que pueda ocasionar lesiones importantes, o la muerte, al propio deportista e incluso a quienes  lo acompañen.

En menor medida, añadió, se trata asimismo de detectar situaciones no incapacitantes, pero sí limitantes, que puedan ocasionar trastornos transitorios en determinadas circunstancias, o impedir un ejercicio físico en buenas condiciones. En el buceo técnico, profesional y especializado, es preciso valorar la capacidad del candidato para desempeñar de forma satisfactoria la labor que se le ha encomendado, y en las condiciones preceptivas a las que debe someterse necesariamente, sin tener la opción de elegir o rechazar el tipo y la forma de actividad, como ocurre en el buceo deportivo.