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Adeje 2 de Junio de 2012
El 5% de los canarios mayores
de 75 años padece fibrilación auricular
y un alto riesgo de ictus
Este tipo de arritmias quintuplica el riesgo de tromboembolia cerebral por eso les recomiendan tomar anticoagulantes.

El XXV Congreso de la Sociedad Canaria de Cardiología que se celebra este fin de semana en Adeje estudiará la incidencia de la fibrilación auricular en el mundo, y en el caso concreto de las Islas. Esta patología es una de las arritmias más frecuentes, que ocurre cuando la aurícula no se contrae de modo regular, sino que lo hace de forma anárquica y caótica.
Puede llegar incluso a registrar más de 300 latidos por minuto. Si esos latidos se registraran en el ventrículo, el paciente moriría sin remedio. Esta forma de trabajar, convierte su contracción en hemodinámicamente inefectiva.

El doctor Nicasio Pérez Castellano es cardiólogo y especialista en Arritmias en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Él es uno de los mayores expertos en este tipo de patología, por ello explica que respecto a los síntomas “estos son muy variables, según el paciente. Hay algunos que se sienten muy mal cuando entran en fibrilación, y otros que casi ni se enteran. Esto depende del nodo auriculoventricular y del número de impulsos que conduzca a los ventrículos por minuto. Si está dentro de los rangos normales, es posible que el paciente no tenga ningún síntoma”.

Palpitaciones
Sin embargo, lo normal es que “el paciente sienta palpitaciones. Los enfermos las describen como una sensación de latido extraño, normalmente descoordinado. La contracción caótica de la aurícula hace que ésta no se contraiga y, teniendo en cuenta que esta parte del corazón es la responsable del 30% de su actividad, puede derivar en insuficiencia cardíaca en pacientes que no están sanos”, explica el especialista. Por eso algunos enfermos describen la sensación de que “les falta el aire”.

Para detectar la fibrilación auricular, hay primero que sospechar que la padece. El doctor Pérez Castellano indica que “cuando el paciente viene a la consulta y describe los síntomas, puede hacernos pensar de qué se trata, pero estos síntomas son intermitentes y es posible que durante la práctica del electrocardiograma no detectemos nada. Por ello, es preciso que el paciente se someta a una prueba de 24 horas, llevando un Holter, un aparato que registra el ritmo cardíaco”.

El tratamiento sigue dos caminos diferenciados. “O bien intentamos luchar contra la fibrilación, o la toleramos y hacemos que el paciente se adapte a ella. En la primera posibilidad, al enfermo se le recetan fármacos antiarrítmicos o la ablación, que es un procedimiento que se basa en quemar unas pequeñas zonas del corazón que son las que producen la fibrilación”. Este procedimiento es mínimamente invasivo, ya que es posible ejecutarlo mediante pequeños catéteres. Los resultados son excelentes. Sin embargo, también existe la posibilidad de hacer que el paciente se acostumbre a la fibrilación auricular.  “Cuando no es posible conseguir que la aurícula se mantenga en el ritmo normal (porque el paciente ya lleve mucho tiempo en fibrilación o la aurícula esté muy enferma y dilatada) con los fármacos podemos conseguir que, a pesar de estar en fibrilación auricular, la frecuencia ventricular (la que da el pulso) se quede dentro de un niveles aceptables”, indica el experto.

Riesgo de formación de trombos
Además, al margen de estos tratamientos, es preciso valorar la receta de anticoagulantes. La fibrilación auricular, según los estudios científicos al respecto, duplica el riesgo de mortalidad de una persona y quintuplica el riesgo de ictus. “Por este ritmo caótico de la aurícula, la sangre circula de forma más lenta y esto puede hacer que en algunos rincones de las corazón se creen trombos. Si éstos pasan a la corriente sanguínea, podrían ocasionar una embolia o trombosis grave”.

La fibrilación auricular surge de forma inesperada. Puede haber un componente genético, pero en general la mayor parte de los casos surge tras episodios intermitentes de descargas de impulsos eléctricos a alta frecuencia, que normalmente proceden de las venas pulmonares, y al llegar a la aurícula provocan períodos de taquicardia o fibrilación temporales. “Sin embargo, cuando pasa el tiempo, estas rachas son cada vez más frecuentes y van dañando la aurícula, que se vuelve más vulnerable a las mismas, hasta que llega un momento en que la aurícula queda en fibrilación para siempre”.

La fibrilación auricular es una de las arritmias más frecuentes en el mundo. Esta patología afecta al 5% de la población mayor de 75 años y al 2-3% de las personas que tienen más de 65 años. Como se puede constatar, el riesgo de padecerla, aumenta con los años. Es más prevalente en hombres que en mujeres.