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Tenerife 28 de Diciembre de 2011
Grupos de investigación
de cetáceos muestran
su rechazo a la decisión
de traer y mantener
a la orca Morgan en las instalaciones de Loro Parque
Científicos del grupo de investigación de cetáceos de la ULL, SECAC, Canarias conservación y Alnitat; entre otros, manifiestan su repulsa a lo que consideran “un nefasto precedente para la conservación de las poblaciones naturales”.

La orca “Morgan” es una hembra juvenil que apareció moribunda en junio de 2010 en el mar de Wadden y fue transportada al delfinario de Harderwijk en los Países Bajos para su recuperación. Tras recobrar su estado físico y peso durante casi un año en el delfinario holandés, se toma la controvertida decisión de trasladarla a las instalaciones del Loro Parque, en lugar de liberarla como estaba previsto.

En un principio, varios acreditados especialistas internacionales avalaron la decisión de no liberar al cetáceo, según el informe presentado por el delfinario holandés. Estos científicos, basaron sus recomendaciones en la premisa de que estos animales viven en grupos sociales complejos, sin cuya compañía “Morgan” no podría desarrollarse correctamente. Si bien existe al menos un precedente de un ejemplar solitario de la especie que sobrevivió varios años alejado de su familia, la compleja situación de interacciones constantes con el ser humano que se generó, no son deseables en ningún programa de reintroducción. Este individuo, una orca llamada “Luna”, se separó de su grupo natal y se refugió en la ensenada de Nootka, situada en el lado más occidental de la isla de Vancouver (Canadá). El caso de este macho juvenil se hizo famoso porque se acercaba a embarcaciones, las seguía de forma juguetona e incluso permitía que sus ocupantes la acariciasen. Aunque no queda ninguna duda de que estos animales son capaces de alimentarse aislados de sus grupos familiares; sus necesidades sociales, provocaban situaciones que eran un peligro potencial para la propia orca y las personas que se acercaban a ella.

Los estudios genéticos realizados a “Morgan” mientras estuvo en el delfinario holandés revelaron que pertenecía a la subpoblación de orcas de Noruega. Mientras que para lograr identificar a su familia natal, se estudió el grado de similitud de sus sonidos con varios de estos grupos salvajes. Los sonidos que utilizan estos animales para su comunicación, permiten el reconocimiento de los grupos y son comparables a los distintos dialectos de una lengua. Los resultados de estos estudios acústicos revelaron que “Morgan” está estrechamente relacionada con el grupo “P” de la subpoblación de noruega, pudiendo tratarse de su grupo natal.

A la luz de estos nuevos datos, varios de los mismos científicos que en un principio recomendaron que la orca permaneciera en cautividad, cambiaron de postura y recomendaron su liberación. Cabe destacar entre ellos a John Ford, un prestigioso investigador experto en las relaciones acústicas que poseen los distintos grupos de orcas y que lleva más de treinta años estudiándolas en Canadá. La identificación del posible grupo natal del cetáceo y la cercanía del mismo a costa, hacía de “Morgan” un candidato ideal para su reintroducción. El caso de otra orca que fue liberada en las cercanías de su grupo de origen y que vive en la actualidad en estado salvaje, daba muchas  expectativas de éxito a la liberación de “Morgan” en su medio natural. La joven hembra “Springer”, que fue abandonada por su grupo tras la muerte de su madre, pasó un corto periodo de tiempo durante el que se la tuvo confinada en condiciones de semicautividad, después del cual fue liberada con éxito.

Otro de los argumentos utilizados por los delfinarios para rechazar la puesta en libertad de “Morgan”, tiene que ver con la impregnación. Con este término se entiende que una especie salvaje se identifique con el ser humano y manifieste en facetas de su comportamiento un rechazo hacia los suyos y un acercamiento inusual hacia nosotros. Después de pasar casi un año en cautividad, siendo atendida y alimentada por el personal del delfinario de Harderwijk, es inevitable que “Morgan” sufra este fenómeno.  Pero nadie pretende que su puesta en libertad no lleve asociado un programa paulatino de seguimiento e investigación, para poder garantizar que el animal se alimenta bien por si mismo y es acogido de nuevo en el seno de su familia. Ya en el caso de “Keiko”, la famosa orca de la película “liberad a Willy”, se utilizó un sistema de seguimiento por satélite que permitía a los investigadores saber donde se encontraba el animal en cada momento, fueran cuales fueran las condiciones meteorológicas. Es más, el desarrollo de nuevas tecnologías de investigación, permitiría hacer seguimientos que no se pudieron llevar a cabo en el caso de “Keiko”; y el estudio y seguimiento de la posible liberación de “Morgan” crearía los precedentes necesarios para realizar este tipo de reintroducciones en futuros casos que pudieran darse.

La situación que se ha creado para el caso de esta orca al trasladarla a las instalaciones de Loro Parque, es cuanto menos paradójica y crea un nefasto precedente desde el punto de vista de la conservación de la vida salvaje. Los delfinarios reiteran que esta decisión se ha tomado para garantizar la supervivencia del animal y que sus programas de investigación permitirán salvaguardar a las poblaciones naturales. Los responsables del Loro Parque ya han hecho pública su intención de cruzar a “Morgan” en el futuro con la cría de un año “Adán”, cuyo nacimiento en cautividad se ha señalado como un indicativo de las buenas condiciones que gozan las orcas en las instalaciones del zoológico del norte de Tenerife. Afirmación que es cuanto menos discutible y que como mucho indicaría que las capacidades reproductoras de la hembra “Kohana” son óptimas.

Cuando uno se detiene a pensar en toda la serie de argumentos que manejan los delfinarios para justificar el mantener a “Morgan” en cautividad, no tarda en darse cuenta de lo contradictorias que son en sí mismas. Si la mayoría de los estudios científicos que se realizan en delfinarios no pueden extrapolarse a las poblaciones salvajes ¿cómo van a ayudar esos conocimientos a la conservación de las especies? Si ni siquiera es posible reintroducir a un individuo que había sido rescatado hacía menos de un año ¿cómo es posible que vayan a ayudar en nada a proteger a las poblaciones salvajes sus programas de cría en cautividad? ¿Para qué seguir fomentando la cría de estos animales, si no es para su mantenimiento en esas condiciones y/o su transporte a otras instalaciones similares?

En orcas cautivas la esperanza de vida se ve drásticamente reducida a sólo 5 a 7 años de promedio, cuando en libertad un macho puede vivir de 30 a 50 y una hembra de 50 a 80 años. El confinamiento aumenta la incidencia de algunas infecciones que raramente se encuentran en poblaciones salvajes. Un trabajo científico reveló que las causas más comunes de mortandad en orcas cautivas eran: neumonía (infección bacteriana del pulmón) 25%; micosis sistémica (enfermedad producida por hongos que afecta a todo el cuerpo) 22%; otras infecciones bacterianas 15,6%; abscesos mediastinales (infección bacteriana en la cavidad del pecho) 9,4% y otras / desconocidas (28%). Eso sin contar a las hembras que han muerto durante el embarazo y por problemas durante el parto. Los índices de mortalidad son tan altos, que los programas de cría en cautividad no son capaces por si mismos de  reemplazar el número de individuos muertos.

Lo único que ha quedado claro con toda esta situación, es que se ha transportado una orca de una piscina pequeña a una más grande, pero que tendrá que compartir con  otros cinco ejemplares. Ni la comunidad científica ha apoyado esta decisión unánimemente, ni la supervivencia del animal estaba en entredicho si se liberaba siguiendo un protocolo de reintroducción adecuado.

Aunque no existen garantías de lo que hubiera pasado si se hubiera liberado a “Morgan” en su medio natural, tampoco las hay de que se adapte bien a las condiciones impuestas en las instalaciones del Loro Parque. Si bien los responsables de este zoológico no hagan más que asegurar que la orca está bien, lo cierto es que nadie puede saber a ciencia cierta cómo se encuentra el animal.  Pero si hay algo de lo que no cabe la menor duda, es de que “Morgan” no podrá desarrollarse ni de lejos tan bien como lo hubiera hecho en condiciones naturales, y que se la ha confinado de por vida en un acuario, sin ninguna posibilidad de que ella ni sus descendientes puedan ser nunca liberados a su medio.
Foto: Desireé Martín