Para que pueda ser publicado su comentario, por favor escriba un nombre de autor
Página
principal
Los siguientes comentarios son opiniones de los internautas, no de eldigitalsur.
No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
eldigitalsur se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere fuera de tema.
No está permitido realizar publicidad a través de los comentarios
Los comentarios enviados no se publican siempre al instante, depende de la hora pueden tardar en publicarse.
Adeje 8 de Febrero de 2010
Qué alegría, ya puedo comprar
en el “LOW COST”
Hoy me he sentido muy triste. De repente he visto con una claridad meridiana, lo mal que funciona nuestro sistema democrático, desde las más altas instituciones europeas, hasta la más cercanas al ciudadano.

Me ha impactado mucho ver en la prensa, pagadas a golpe de talonario, fotos de gente desesperada haciendo colas en esa nueva multinacional que acaba de clavar sus garras en nuestro territorio. Me recuerda a las de racionamiento post guerra civil española. Sí, es casi lo mismo. Mucha gente necesitada que hace cola para comprar productos “LOW COST”, porque sencillamente no tiene la posibilidad de comprar en mejores condiciones.

Es el más claro ejemplo del fracaso de nuestras políticas. De las políticas neoliberalistas de un Parlamento Europeo que hace lo contrario de lo que piensan sus ciudadanos. De un Gobierno Español que les hace el juego, y de unas instituciones canarias que simplemente no se esfuerzan por proteger a sus ciudadanos de las multinacionales depredadoras que están acabando con el sustento de miles y miles de familias, y que indudablemente se verán abocadas, paradójicamente, a incorporarse a una de esas colas, de quienes precisamente habrían antes acabado con su derecho a la igualdad de oportunidades, expulsándoles a codazos del mercado, a la espera de que puedan comprar, lo que sea, con tal de llegar a final de mes.
A lo largo de la historia, el ser humano ha cometido muchos errores, uno muy
importante es el deterioro de nuestro medio ambiente. Han tenido que pasar muchos años, y vernos prácticamente ante el colapso de nuestro ecosistema, para darnos cuenta de que cuando estudiamos la rentabilidad de las cosas, no es suficiente analizarlo sólo y exclusivamente desde el más estricto punto de vista económico, sino que hay que hacerlo, además, desde el punto de vista ecológico y de sostenibilidad. Por primera vez, estamos dándonos cuenta de que esa rentabilidad es, incluso, más importante que la puramente económica. Nuestra sociedad ya no es tolerante con políticas energéticas que dañen al medio ambiente, por muy baratas que sean. Aceptamos de buena gana, por ejemplo, que se paguen con nuestros impuestos unas importantes primas a las renovables. Pero hemos tardado demasiado en aprender algo que parece tan obvio
.
Yo reivindico la misma política hacia el que quizás sea el valor más importante que tenemos después de nuestro ecosistema. Nuestro estado del bienestar. Y ¿qué significa esto? Significa que mi bienestar y el de mi familia, tiene mucho que ver con el derecho al trabajo, a un trabajo digno y adecuadamente remunerado, que me dé la posibilidad de pagar holgadamente los servicios en los que se sustenta ese bienestar familiar.  Tener derecho a un sistema que respete mis libertades e independencia, que propicie la igualdad de oportunidades, que luche contra las diferencias sociales y que establezca reglas que impidan que el más débil sea pisoteado por el más poderoso.

Me gustaría que no tuvieran que pasar tantos años para que nos demos cuenta de lo importante que es hoy en día la “rentabilidad social” y que cuando a nuestros políticos se les llena la boca incluso acudiendo a las inauguraciones de estas grandes multinacionales, mintiendo a sus ciudadanos cuando les dicen la cantidad de nuevos puestos de trabajo que se van a crear, y omitiendo lo que hoy es más que evidente, que destruyen cuatro veces más empleo del que generan, que descapitalizan a nuestra economía, desertizan nuestros centros de ciudad, que nos lavan el cerebro con sus engañosas campañas de marketing, convirtiéndonos en fieles clientes consumistas, sencillamente porque antes han destruido nuestra economía familiar y por lo tanto, ya no podemos optar a comprar libremente las marcas y en los lugares que consideremos más adecuadas. Nos obligan a comprar las suyas, las llamadas marcas blancas, que a su vez, han sido producidas en fábricas donde normalmente los trabajadores rozan la esclavitud, cargándose luego toda la cadena intermedia de distribución, volviendo a destruir empleo, con lo cual se cierra el círculo vicioso, engrosando nuevamente las colas y colas de gente desesperada por comprar al “LOW COST”. Ya da igual la calidad del producto y del servicio, lo importante es poder llegar a final de mes, como sea.

Cuánto tardaremos en aprender que lo más importante no es el valor de un producto, sino lo que la “sociedad” tiene que pagar por él. Que lo que a primera vista pueda parecer beneficioso puede ser la peor de las enfermedades de nuestro sistema, o es que somos tan ingenuos que pensamos que la enorme concentración de poder que han conseguido algunos grupos, llegando incluso a superar al de muchos gobiernos, será inocuo para nuestra sociedad. No, no lo será ni lo es. Estos grupos apátridas, sin corazón ni sentimientos, son los que generan las necesidades para luego vendernos las soluciones. Recuerden la vergonzante historia de la gripe A, o la cantidad de guerras artificiales que buscan hacer más ricos a los ricos, a los de siempre.
Por ello pido a todos nuestros políticos y a los ciudadanos en general, que de una vez por todas aprendamos el significado de la expresión “Rentabilidad Social”. No es tan difícil, sólo hay que meter, a partir de ahora, en la fórmula del cálculo de la rentabilidad económica, las consecuencias sociales que tienen determinadas políticas, por ejemplo, el que en 15 años se haya puesto en manos de apenas cinco multinacionales, más de la mitad de la cuota de distribución alimenticia en Canarias. Años en los que por cierto, nunca ha bajado la cesta de la compra y se ponía una parte importantísima de nuestra economía en manos foráneas, se han sacrificado a miles y miles de negocios que daban puestos de trabajo dignos y cercanos a cientos de miles de canarios, que hoy no tendían la necesidad de hacer vergonzantes colas para comprar productos “LOW COST” y que en definitiva hubieran tenido la oportunidad de ser más libres, más independientes y más felices.

Jordi Esplugas Ramos
Presidente de la Asociación de Empresarios, Comerciantes y Profesionales de Adeje y Vicepresidente de la Federación de Comercio de Tenerife.
Comentarios
Yo he visto un catalogo de los de ofertas que han repartido en los buzones de mi comunidad y la verdad es que lejos de ser más competitivos, es más de lo mismo y ni las ofertas son baratas ni nada. Lo triste es que somos unos borregos y nos gusta hacer colas por gusto. pero asi somos los humanos...
Coincido con lo expuesto anteriormente, en el folleto se ven marcas que se conocen a lo mejor en Zambia, es una verguenza esas colas, parece la cola de la epoca postfranquista, la verdad es que somos borregos.
Se puede decir mas alto pero no mas claro.Hay que estudiar las consecuencias negativas que está teniendo en nuestra sociedad la gran desaparición de todo tipo de tiendas de nuestros pueblos, con la consiguiente perdida de servicios y puestos de trabajo.Yo creo que se está comentiendo un gran error
PATETICO!!! pero así es la raza humana... colar por colar!!!