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Arona 12 de Julio de 2010
Con la camiseta del Che Guevara
No tuve el gusto de conocer personalmente
al Che Guevara. Opino que fue un hombre normal,
revolucionario y dejó huella en el planeta. A pesar
de morir asesinado, sigue vivo, porque está en las
camisetas. Algunos humanos incluso, han tatuado su rostro en su pecho.

La mayoría de las veces,  contemplamos su rostro cerca del corazón y hoy a las seis y cuarto de la madrugada, cuando estoy sin la obligación de tener que ir a trabajar, decido ponerme una camiseta, donde está impreso El Che Guevara.

La imaginación comienza a funcionar y soy El Che. Subo a la montaña, mirando hacia mi parte del planeta, que son las Islas Canarias. Tengo que sentarme, porque siento impotencia, por la imposibilidad de encontrar una solución a la corrupción de la calle. Pero es imposible, luchar contra la positividad del alma. Los humanos  positivos, somos los más negativos. Son muchas opiniones sobre el amigo Che. Unos insultan, otros admiran y a otros da igual. Cuando alguien está insultando al Che, viéndolo impreso en la camiseta, simplemente puedo responder, que todavía sigue vivo. Toda las personas, caemos bien o mal y el Che, no escapa de esta ideología.

Siendo médico, pudo vivir tranquilamente, pero su cerebro es como cualquier ordenador y abre el programa llamado “Revolución”. Su gorra con la estrella, su puro y su barba, siempre estarán ahí. Tenemos que admitir, que está dando todavía platos de comida a las personas de muchas partes del mundo, porque todavía vemos sus camisetas.
Y hoy siento revolución y es verdad. La verdad, es revolución. Estoy en Irlanda en mi Cuarenta y seis cumpleaños y me regalan una camiseta (2.009). Estoy paseando solo por Dublin, con el Che. Luego estoy en La Palma en verano de este mismo año y José un millonario venezolano, me dijo “Pana, quítate ese hijo puta de la camiseta”. La respuesta que doy es sencilla; “Mira José, compré esta camiseta en Irlanda, con el dibujo de un rostro de un señor argentino, llamado el Che. Luego resulta que fue a Cuba a la revolución y murió en Bolivia. Después resulta que en Irlanda, un canarión de Las Palmas que soy yo, compró esta camiseta. Estoy en La Palma y volveré a Tenerife con el Che”. Resumiendo, ¡Quiero ser como el Che! Morir y seguir siempre vivo, aunque no descanse en paz… ni algunos vivos tampoco.

Juan Santana