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Arona 3 de Julio de 2010
Viaje Argelia (Smara - Tindu
) Parte II
Vienen unas guaguas a buscarnos. Habían guaguas
regaladas por España y otros países. Unas guaguas
hechas polvo, pero todavía funcionan. Agujeros en el suelo, ruidos y el viento que entra por las ventanas con aire caliente. La  música saharaui a todo volumen. Un ambiente del sistema, donde realmente estábamos.

Llevamos dos años acogiendo a una niña saharaui en los meses de verano y sentíamos ganas de conocer a su familia. Todavía tengo la foto con Glay, propietaria de eldigitalsur.com

Un mundo como el nuestro, desconfiado y lleno de mentiras y verdades, hacía sentir la obligación de conocer esta parte. Y es que cuando veo a Aisha la niña saharaui, como baila, hago mil preguntas. Una de ellas, es ¿Cómo es posible que la niña baile, cuando debe estar triste, por el lugar de donde viene?, ¿Será que viven bien?. Sinceramente pienso que viven bien,  por la forma de comportarse, pero a medida que vamos acercándonos, comienzo a entrar en un mundo, donde eres fuerte o mueres pronto.
Nosotros solamente vamos una semana y además llevamos mínimamente
sustento para aguantar dicha semana. La guagua nos deja allí y viene un land
rover a buscarnos, para llevar a las personas con las familias de acogida.
Hay miseria, no hay medicamentos, no hay nada. Pero hay algo, que falta en esta parte del mundo de donde vengo y es que tienen sonrisas, bondad. Viven en unas jaimas, sin puertas ni ventanas, ¿Para qué?. No hay nada que robar. Algunas  cabras están sueltas y es porque no tienen techo y cuando hace mucho calor, se arriman a las jaimas a la sombra, para no morir deshidratadas. Cada persona tiene cinco litros de agua a la semana para bañarse. Los piojos abundan por la zona, pero soy calvo y tengo ese problema. Los piojos resbalan en mi cabeza.

Llegamos a la jaima donde está la familia de Aisha y comenzamos a vivir la realidad auténtica del campo de refugiados. Invitamos al padre de Aisha, a que abra el bolso con los regalos. Sorprendido estoy cuando veo al padre preguntando que era una lata, que miraba con mucho interés. Era una lata de sardinas. Nunca había visto un pescado ni en fotos. El desierto es el desierto. Después mira una de mortadela, preguntando si era carne de cerdo, pero respondimos que era carne vacuna. Vamos presentándonos y conociendo a todos los vecinos. Ellos reparten con los demás algunos regalos que llevamos. Comparten todo lo que tienen.

Cuando hacen la comida, los hombres comen primero, por razones de cultura, porque todo tiene su explicación. Es un instinto de respeto. El hombre sale a buscarse la vida, donde no existe la vida. El hombre es el que trae algo de lo que hay, cuando hay. El hombre camina por el desierto a buscar algo. Es poco.

Algunos de esta parte del mundo, piensan diferente, pero estoy en una tierra donde tienen sus costumbres y siempre respeto las formas, porque yo tengo las mías. Podemos estar o no estar equivocados, pero cada uno tiene su cultura.

Todo tiene un límite. Algunos saharauis van a Cuba a estudiar. Los mas privilegiados van a Cuba. Allí, son machitos del hogar.

La mujer dicen que es mas capitán, pero eso hay que estudiarlo, porque la mujer también trabaja mucho. Hace la comida, lleva la comida a las cabras. ¿La comida? Algunas veces acompaño a las chicas a llevar la comida a las cabras y contemplo cartón remojado en un cubo de agua para que se afloje. Eso es la comida de las cabras. Una vez las cabras comieron espaguetis, que sobraron del almuerzo.

Cuando el campo de refugiados es visitado por muchas personas, algunos argelinos suelen montarse un mini bar, donde venden pollos asados. Compramos dos pollos asados. La familia que nos acoge pregunta si comíamos un solo pollo, pero dijimos de comer los dos. Cuando terminamos de comer, voy a dar una vuelta y fumarme un cigarro, y veo a unos niños comiendo a escondidas las sobras de los pollos.

Para bañarnos, llevamos un cubo al baño, que mide un metro cuadrado. El baño está hecho con arena y una de las veces cuando estoy todo mojado, vi una cucaracha caminando por la pared, y dándole un golpe con la chola, cayó medio baño encima mío, y tuve que gritar pidiendo otro cubo de agua, porque parecía el monstruo del desierto, cubierto con aquella capa de arena.

Una noche fuimos a pasear por una de las calles por llamarlas de alguna manera y cuando entramos en una de las jaimas, la sorpresa fue grande, inmensa, maravillosa y cualquier adjetivo sinónimo de sorprendente. Tenían una cinta de radio cassette, con la canción de Fefa. Fefa, llévame contigo, manda a tu novio pa´lcarajo. Fefa había llegado allí, por medio de mi amigo Fran.
A Fran lo embarco acoger un niño saharaui y buscándose la vida, lo adoptó para siempre en esta parte del planeta donde tenemos play station, mandos a distancia, sillones para relajación y muchas comodidades del modernismo.

Había escuchado muchas veces que las personas lloran cuando terminan las vacaciones o la visita al Sáhara y estaba convencido que no lloraría.

Cuando veníamos hacia el campamento de refugiados, conozco un chico saharaui, acogido por una familia de la Aldea San Nicolás de Tolentino. Una familia que tenía un ganado de vacas. Calidad de vida segura para este joven saharaui.

Algunas familias tienen posibilidades de acoger niños con problemas físicos y este chico tenía un problema, aunque algunos médicos firman partes falsos, para poder traer niños a la otra parte del mundo.

Conozco al chico y todo va bien, pero cuando dijo que tuvo que esconder una caja de termagil (pastillas pa´los dolores). Cuando dijo que las escondió bajo la almohada de la cama de su madre en el hospital, fue cuando rompí a llorar, porque todo tiene un límite. Y mi límite de hacerme el fuerte había terminado.

Conseguí una guitarra y por las noches tocaba para ellos, música tuareg y otras canciones donde bailábamos y son los momentos inolvidables. No están acostumbrados a bacilar  y es lógico, en esa situación, ¿Quién vacila?. Nos invitaron al campo a comernos una cabra. Tres horas en una guagua vieja, hasta llegar a un árbol seco en medio del desierto, que llaman el campo.  Apareció por sorpresa una cabra sacada de la  parte trasera de la guagua. Son profesionales a la hora de matar al animal, aprovechando todo, sin dejar ningún desperdicio. Frieron papas y este día pudieron comer también las mujeres junto con los hombres.

Los miércoles por la noche, traían la batería de un coche para poder conectar una televisión en blanco y negro y ver las noticias. Estaba el presidente americano Bush, dando caña por la zona de Irak. Cuando entro en la jaima, donde solo habían hombres, miraban raros, porque no sabían cuál era mi postura al respecto de la guerra de Irak. Como había una incomodidad, hablo con el hombre que sabía algo español, para que tradujera las cosas que iba a decir.

Dije, que si cogiera a Bush, le bajaba los pantalones y le metía un palo por el culo, por asesino y abusador. Entonces comenzaron a reír y siguieron viendo la tele más tranquilos.

Volvemos a Tenerife y estamos muy cansados. Cansados de dormir en el suelo. No hay sillas ni camas. Hay un mundo, donde aprendes que aquí nos quejamos por tonterías. Llegamos a Tenerife y nos acostamos en una cama muy cómoda.

Cuando despierto por la mañana, lo primero que hago es conectar la televisión. Comienzo viendo una publicidad de una chica rubia muy guapa caminando, con una especie de queso palmero. Dije a mi mismo, que era curioso, que hicieran una publicidad del queso palmero. Un queso ahumado precioso que abre el  apetito a cualquiera. Pero la publicidad termina diciendo que es comida para gatos.

Venimos de un mundo donde no hay gatos y aquí hacen publicidad de comida para gatos, además de papel higiénico para limpiarte el culo.

Calidad de vida. Indiscutiblemente, calidad de vida.

Juan Santana