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Arona 22 de Diciembre de 2010
Rastro de Guaza, en Arona
El pasado domingo 19 de diciembre mi hija
con 11 años tenía una ilusión bestia de trabajar
en el rastro de Guaza. Es como jugar a las casillitas
pero con dinero real. Llevaba algunas semanas loca, saltando, preparando sus sobres pequeñitos con los textos de “Gracias por su visita”, todo a mano.

Limpió toda la casa de sus pulseras, de las de la madre, las tías, las primas y bolsos, de todo. Pero resulta que cuando vienen las historias vienen todas juntas. Yo era el encargado de contratar el puesto en el rastro, que les informo que es un lugar para vender materiales de segunda mano y el mercadillo es para vender cosas nuevas, donde lógicamente hay que pagar un poco más, además de tener papeles de autónomo y esas cosas.

Resulta que tuve que tocar el sábado por la noche y para coger el puesto en el rastro hay que llegar a las tres de la mañana si quieres un buen puesto. Llego a las cuatro y diez de la mañana y la primera parte del rastro estaba completa. Solo había unos metros, que los reservé. Rellenamos la documentación, como que no eran materiales robados y esas cosas y tuve que esperar hasta las ocho menos cuarto que trajeran a mi hija. ¡Que nivel el de mi hija de once años!
Es un mundo diferente. Viví como algunas personas compran desde las cinco de la mañana con linternas. Bicicletas, taladros y todo tipo de materiales de segunda mano. Vi como uno compró una bici de montaña nuevita. Cuando llegó mi hija montó su puesto toda ilusionada. Yo tenía una resaca terrible de haber tocado la noche anterior, además de la cabeza como un bombo por culpa de los rones, pero la situación aquella animaba a que siguiera sonriendo.

Trabajé de relaciones públicas para ella, alejándome de la zona y pidiendo a los conocidos que fueran a comprarle a mi hija que vendía todo a un euro y no quería que se frustrara sin vender nada. Muchos clientes iban riéndose porque incluso ofrecí yo mismo darles el dinero, como al final era para ella. Ella era feliz y eso me bastaba. Además de enseñarle que no todo es ir al Corte Inglés y dejar claro que hay personas que se avergüenzan de comprar en un rastro, porque piensan que es rebajarse un status muy bajo.

Mi hija ganó casi 60 €, pero si descontamos los 5 €, las coca colas, los sandwiches, las botellas de agua, el madrugón del padre, los periódicos para ir leyendo, en fin. Mi hija estuvo gozando, no quiso ni pasear conmigo por lo menos hasta la una del mediodía y esto me basta. Ella presumió de vender una millonada y gozar de lo lindo algo real. Fomentamos la humildad y otro día pa´tras, pero no cabe duda que aprendimos que cuando hay hambre podemos ganar el dinero honradamente, sacando todos los cachivaches y soltándolos al mundo por un bajo coste, pero al final llevaremos el pan a casa.

Juan Santana
Comentarios
ANTES A ESO SE LE LLAMABAN UN VIEJO ENRROLLLAO. SALUDOS
Totalmente de acuerdo contigo amigo Juan, eso es impagable, si lo sabre yo que ya tengo más de un nieto y antes que eso tuve que criar dos hijos.Quien tu sabes
NO SÉ QUIÉN ESCRIBIÓ LO DEL VIEJO ENRROLLAO, PERO DE VIEJO NADA COLEGA..FELIZ NAVIDAD