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Arona 13 de Diciembre de 2013
Soweto, algo más que un funeral
El mundo ha asistido a uno de los mayores funerales
que se recuerdan en la historia, los de Nelson Mandela.
Se ha visto la mayor concentración del poder mundial de
los líderes políticos de este Planeta. Todos a una voz, como movidos por un resorte, han querido dar su último adiós y su respeto a un hombre que tuvo consigo todas las sombras y todas las luces que un ser humano pueda tener, un hombre de gran entereza y que luchó toda su vida por la libertad.

Fue filósofo de él mismo, las preguntas se las dirigía a él, y era él que se las contestaba, supo encauzar bien su camino, en ese andar tortuoso por el que Mandela anduvo en este mundo. Fue valiente ante todo y ante todos, defiendo lo que para él era un derecho, y se puso los zapatos de sus rivales enemigos, supo perdonar, algo que para los demás hubiera sido imposible, esa penuria que pasó en los 27 años que estuvo en la cárcel, y esa reclusión bárbara no le hizo perder su sonrisa de amistad y acercamiento a todos, incluso a sus carceleros, trató de acercarlos a todos a sus ideas y unificarlos. Fue un ingeniero creando puentes de opinión y de inteligencia.
A todas estas virtudes humanas, tan poco dadas en el mundo en el que vivimos, es a las que asistieron en el Campo de fútbol de Soweto, casi todos los dirigentes de Estado y políticos del Mundo. Pero ahora, y después de celebrar ese funeral a Nelson Mandela, es el momento para reflexionar, y preguntarse qué hacían algunos de los más sanguinarios dictadores, que estaban transgrediendo todos los ideales por los cuales vivió y murió Mandela, líder de todo lo que significa libertad, sin dominio ni sometimiento en los gobiernos del mundo africano.

Hay que tener poca alma, al demostrar lo que son, tiranos sanguinarios de políticas dictatoriales, gente sin freno, ni moral, inhumanos, sin respeto al ser humano, ni a la vida, segadores de ilusiones de libertades y de la misma vida, ejerciendo de lo que más les gusta, firmar sentencias de muerte. Pues de eso se tuvo una deleznable representación, tres gárgolas asesinas que tuvieron la desfachatez de dejarse ver, alterando así la magia colectiva que tenía en ese momento el Campo de fútbol de Soweto. Elementos como Teodoro Obiang, Raúl Castro y Robert Mugabe, a estos tres despojos se encargó Obama en el discurso que dio que recordaran que "Hay gobernantes que alaban a Mandela, pero no toleran la disidencia, solo son gobernantes que persiguen las ideas, los credos y las preferencias sexuales".

Fueron los únicos que mancharon el recinto, el protocolo los puso allí, en tribuna y tuvieron la oportunidad de limpiar su nombre, no por la lluvia que cayó, solo tenían que adosarse a esa doctrina de ese gigante humano llamado Nelson Mandela. Tiranos y aprendices de estos, llenaron las tribunas, aunque viendo las listas de las Organizaciones de los Derechos Humanos, no acabamos de dar crédito a los nombres que leíamos que iban a asistir, y estarían en Soweto.

Faltaron por vergüenza propia a esta corte de tiranos y dictadores, el Presidente de Sudan, los dictadores del Caucaso, el Presidente de Rusia, China e Irán. Ellos mismos se pusieron en la fila que les tocaba al no ir, y sin menospreciar el acto histórico del funeral del Nelson Mandela, le hicieron un favor a no asistir por el bien de la libertad y de la democracia esos sátrapas de la política.

Salvador Barnes
doropress@gmail.com