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Arona 16 de Febrero de 2010
Un buen Carnaval
Hoy con gran regocijo se celebra el martes de Carnaval,
la explosión de esa comedia que hoy está en el punto más
álgido de lo que es una carnavalada, para muchos grotesca
en donde se esconde tras la mascara toda la bajeza o grandeza que el que la lleva pueda tener. Hemos estado un tiempo soportando una política de sainete disfrazada y con careta.

Pocos ciudadanos, incluso los que abogan por decir que sí saben y entienden al Gobierno de España en sus actuaciones, han sabido realmente lo que se estaba cociendo y manipulando en las alturas.

La mayoría de esas cosas han resultado una farsa, en donde los derechos y libertades han sido dirigidos por ese olor fragante de la democracia, para que el ciudadano pueda digerir mejor, más fácil, ese autoritarismo y el uso arbitrario que todavía hay quien lo ejerce sin cortapisas para que el ciudadano lo acepte porque siempre hay alguien que dice ¡Oiga esto es una democracia, y nadie se atrevería a implantar nada que el pueblo soberano no acepte!.

Hasta ahora ya lo estamos viendo, vamos de polichinelas y de títeres, vamos al son de los hilos que nos tiran desde el poder establecido, seguimos teniendo un desencanto continuado, el resultado que se prevé es que de la pulmonía doble que hemos pasado (según dicen) que nos la ha traído esta crisis, se nos va a quedar en un resfriado crónico de por vida.
Vemos esa separación entre buenos y malos, entre los que trabajan y los que
no, de los funcionarios a sueldo fijo vitalicios, a los parados que no perciben ni
un euro en prestaciones, con el débil y con el fuerte. Siempre después de analizar todas estas separaciones que a nada bueno llevan, deberían de tratar de hacer una cierta maniobra para no perjudicar a los de siempre, porque estamos todos algo “rayados” con todos los sistemas, el que hay (si alguna vez lo hubo) y el que nos quieren hacer ver que puede ser la panacea del progreso y la verdadera cesta llena de la compra.

Viva el Carnaval, y lo que conlleva, que no paren las burbujas de la felicidad contagiada de otros que dicen ser felices. Estamos en verdad rozando la alarma colectiva y seguimos aceptando situaciones y políticas que están más cerca de ser una página del comic que de una buena actuación política.

Aquí cada sector se disfraza de diferentes “Sayos”, los que van de lobos sin dar la cara, quieren matar a dentelladas a esas ovejas sociales que Zapatero saca a pasear por el pueblo para que este vea lo apacible que esta el “patio”, esos que le achacan la culpabilidad del Reino a este Ejecutivo.

De santo Barón va Rajoy impartiendo esperanza y sosiego a los que nerviosos quieren ya asaltar el poder Moncloviano. Doña Cuaresma espera, es tiempo de recato aunque el que pueda pagar la “Bula” a Rouco podrá comer carne los viernes.

Son tantos los personajes que populan por la pasarela del carnaval que este podría durar todo el año. Estas fiestas paganas, que de momento al único pagano que conozco es al pueblo soberano, en este año han rizado el rizo de lo escondido, lo oscuro que no se ha demostrado en toda la explosión de la alegría del carnaval, que el pueblo llano disfruta después de haberse perdido en ese mar de acciones grotescas y del más puro engaño que nos han servido para desgracia colectiva, pero, que no se incomode nadie que así es el Carnaval.

Salvador Barnes
Periodista