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Arona 29 de Octubre de 2013
Hablar por hablar
A veces siento deseos de incomunicarme,
porque llevo tiempo sin reflexionar un mínimo de veinticuatro horas para limpiarme mentalmente, igual que desfragmentamos los ordenadores y organizamos los archivos. Nuestro cerebro recibe un bombardeo de información cada minuto, siendo difícil guardar temas para analizarlos detenidamente.

Ahora con los wathsapp, los móviles, cientos de programas televisivos o radios, periódicos en papel y digitales, nos regalan infinitas noticias, tertulias, imágenes, sucesos, deportes y actuamos como locos moviendo nuestras lenguas o dedos encima de los teclados, pero al final todo esto es hablar por hablar. Hablamos sin pausa y con prisa, cuando mantenemos tertulias entre compañeros, desconocidos o amigos y muchas veces deseando soltar nuestras opiniones sobre cualquier asunto del que estamos compartiendo. Al final, será hablar por hablar y las noticias duran menos de veinticuatro horas, porque son tantas, que entran sin tocar en la puerta del cerebro.
Los periódicos escritos rellenan las páginas con noticias morbosas, intentando captar lectores y según cada persona, dará más o menos importancia al tema en cuestión. ¿Qué importa la importancia de las noticias? Podemos leer una noticia de un asesinato, de corrupciones políticas, sobre guerras en otras partes del planeta, robos a mano armada, accidentes de tráfico, horóscopos, deportes y un sinfín de historias diarias, pero durarán un espacio limitado.

Leo algunos libros de psiquiatras porque aprendo a cambiar de actitudes en situaciones, especialmente cuando mantengo charlas con amigos donde estamos con un par de copas o sin copas y hablamos a ráfaga. Una vez leí a un experto en psiquiatría, que decía que debemos probar una vez en la vida, mantener un silencio total en ese momento que alguien habla con la seguridad de llevar toda la razón en cualquier tema. Mantener un silencio total, donde ni siquiera pienses en una respuesta, prestando total atención a dicha persona que habla, dejando que descargue todos sus pensamientos. Una vez tomé esta decisión con un amigo y estuve escuchando atentamente hasta altas horas de madrugada. Todo comenzó cuando a dicho amigo, dueño y señor de una gasolinera, le pregunté la razón de los diferentes precios de lavados de coches y él respondió que era por los clientes de diferente nivel. Le dije que me parecía una gilipollada y pareció alterarse con esta opinión y fue entonces cuando decidí callar durante todo el tiempo que estuvimos juntos. Al siguiente día, terminó llamándome por teléfono, para preguntar si estaba enfadado porque no hablé después de su alteración con el tema de lavados de coches. Respondí que para nada estaba enfadado, simplemente tomé la decisión del psiquiatra, para reflexionar durante toda la noche sobre nada. Hablar por hablar. Un Saludo a todos y gracias por estar ahí y espero que no sea leer por leer.

Juan Santana