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Arona 23 de Octubre de 2013
Reír sin Chistes o sin Cosquillas
Hablamos de risoterapia, sin mirar en el google para
no plagiar y hacerme el enterado de turno escribiendo
como sabiondo en este tema. Creo que coincidimos
que, risoterapia es un proyecto llevado a la práctica
por un grupo de personas, donde quien dirige está
obligado a ser positivo. Reunirse, mirarse a los ojos y comenzar a reír sin parar. Seguramente la mayoría de los lectores habrán estado alguna vez reunidos con amigos con la risa tonta a carcajada total y sin duda alguna es una terapia positiva, donde podemos eliminar montón de negatividad.

La risa es algo lindo, sobre todo cuando no es una risa maligna, es decir, no riéndonos de alguien, sino de algo o de algún motivo más o menos simpático, porque las personas somos muy diferentes a la hora de reírnos.
En la sociedad existen personas demasiado serias, que para hacerlas reír
hay que sudar la gota gorda, porque su sangre arrastra sufrimientos o sencillamente arrastran una actitud donde sobra la risa. Luego están las diferentes culturas de los países y un ejemplo es el humor inglés, con más movimientos que palabras. El humor canario es más irónico y más cluico. No hablamos del humor alemán, porque tampoco tengo claro si existe y de todas formas, recordamos aquello de, más vale caer en gracia que ser gracioso y baboso.

Hay personas que la mayoría del tiempo, están de chiste tras chiste y al final, terminan tocando las pelotas, porque incluso un tiramisú de un metro de largo, por muy sabroso que sea, terminarás hartándote y arrimándolo a un lado.

Los chistes son una moda callejera desde los antepasados y los mejores chistes son aquellos cortos, con cuatro palabras, dando el golpe gracioso inesperado. Los chistes de larga duración, pueden ser buenos contados de una forma simpática durante el tiempo que duren en contarlo. Si es pesado, puedes perder el hilo y al final no sabrás ni el principio. También están los chistes horriblemente horribles, es decir, malísimos, donde harán gracia, pero por lo malísimo que son. Luego están los chistes macabros para mi, siendo aquellos que hablan de los defectos de las personas, como “Érase una vez un cojo…., un ciego le dijo a otro…., un tartamudo, un enano y otros”.

Desde hace unos años hasta hoy, están de moda los monólogos, porque las personas queremos escuchar y si es riendo más que mejor. Los mejores artistas para monólogos, son aquellos que expresan de la mejor forma, captando la atención del público presente y relatando anécdotas callejeras donde muchos nos sentiremos identificados. Anécdotas de los supermercados, en bares o en las guaguas.

El título de esta carta es “Reír sin Chistes o sin Cosquillas” y pregunto a usted que está leyendo, ¿Eres capaz de reír sin chistes, sin cosquillas, sin recordar alguna anécdota graciosa? Si reímos sin ninguna de estas últimas causas, pareceríamos unos locos caminando o conduciendo (si fuéramos en el coche). Algunas veces voy conduciendo y siempre llevo una libreta pequeña, para apuntar algunas tonterías, chistes inventados o incluso apunto el tema sobre el que escribiré, como en este caso de hoy. Según la actitud será la inspiración y aprovecho para dar gracias a la dirección de este periódico, porque en algunas ocasiones escribí sobre temas reales muy duros de amigos que sufren u otros y observo que no las publican. Pienso que el motivo es justamente que son demasiado fuertes, aunque sean totalmente sinceros, pero demasiado fuertes, pudiendo fomentar malos rollos, porque las personas somos muchas veces como las ovejas, guiadas ignorantemente sin ánimos de insultar. Cada persona dará más o menos importancia a cualquier tema de la sociedad. Somos responsables de aquello que decimos y no de lo que los demás entiendan y viceversa.

Termino con un chiste, “Había una bailarina tan mala, tan mala, que no la querían ni en la radio”. Gracias por estar ahí. Un saludo.

Juan Santana