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Arona 14 de Octubre de 2013
Piensa lo que digas
y no digas lo que piensas
(según donde estés)
Es un miércoles del año 1.987 y los
fines de semana trabajo en una finca
donde hay ciento cuarenta y dos
naranjeros. Esta finca es del padre
de mi ex mujer y está en La Higuera Canaria, una parte del barrio de San Roque en la ciudad de Telde en Gran Canaria.

La finca será herencia de los hijos en el futuro y como el padre de mi ex mujer, de nombre Fermín está bastante mayor, además de pachucho con siete cicatrices, de siete balas que le metieron en la pierna, pues imaginaros como estaba el pobre anciano.
El único que iba ayudar a trabajar la finca era este que escribe, porque los
demásiban demasiado poco o casi nunca. También tenía una tienda y unos edificios en Guanarteme, también herencia futura.

Como dice el título de la carta, muchas veces pienso lo que digo y no digo lo que pienso, y pienso comen los animales. Cuando quería irme de marcha un viernes, me encantaba dormir la resaca en el cuarto apero de la finca, que hoy día esta convertido en una casa bastante acomodada, con teléfono, conexión a internet y todo, donde mi hijo de veintinueve años, es el que más disfruta, porque la finca la heredó su madre.

Siendo miércoles de cualquier mes del año 1.987 pensando lo que decía, invitaba a todos los herederos a que fueran conmigo a la finca para arreglar la tierra, poner estiércol, regar, limpiar y montón de cosas más que inventaba, sabiendo que no irían, porque no eran muy amigos del curro de agricultor. Disculpas, como que era tarde cuando les avisaba, o que estaban ocupados o cualquiera otra soltaban por sus bocas, pero sabía que la realidad era otra y es que no querían ir. Entonces salía de marcha el viernes por la noche y terminaba solo en la finca con mi gran perro bardino mezclado con presa canario. Me acostaba a dormir tranquilamente con el perro en la habitación y el perro era el mejor guarda espaldas que tenía. Todo el santo día durmiendo plácidamente hasta por la tarde y cuando despertaba, solía mancharme los pantalones con barro, para montarme la película de que había trabajado mucho. Llegaba a casa por la noche y actuaba como que estaba enfadado por haber trabajado solo y volvía a salir de fiesta por la noche alegando que era para relajarme después del duro trabajo como agricultor y nadie decía nada, ni siquiera mi ex mujer.

En la finca además de los naranjeros, había parras y a veces plantaba papas, sandías, calabazas, kiwis, melones, tunos o higos picos. La vida es matemática y durante los trescientos sesenta y cinco días del año, trabajaba la finca unos cuarenta y cinco días. Gastaría una media de cien mil pesetas, en euros seiscientos euros. Cuando vendía las naranjas que tenía clientes fijos a domicilio, además de las uvas y los tunos, sacaba una media de setecientas cincuenta mil pesetas, es decir, que ganaba en cuarenta y cinco días, unas seiscientas mil pesetas que no está nada mal. Recuerdo que alguna vez en las reuniones familiares preguntaban disimuladamente cuando había dado la finca, pero la respuesta siempre era la misma, con una pregunta, “¿Por qué no preguntan cuándo hay que hacer las cosas?  ¿Cuándo hay que llenar los tanques de agua?, ¿Cuándo hay que regar, poner estiércol y todo lo que hay que hacer?”. La mayoría de las personas vamos de lo mismo, todos quieren saber cuánto y no cuando. Lo mismo pasa con la música, porque estás montón de horas componiendo canciones, luego grabando, arreglando los temas con los gastos que conlleva y muchos preguntan cuantos discos has vendido, cuanto has ganado, son muy caros o bla, bla, bla. A los amigos lógicamente tenemos que decir lo que pensamos y no aquello que quieren escuchar, pero a la gran masa tienes que montarles el guión, según el público. Un abrazo.

Juan Santana