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Arona 13 de Septiembre de 2013
¿Conoces a Ramón
Jerez Padilla?
Nos vamos hasta San Sebastian
de La Gomera trasladándonos más
o menos sesenta años atrás, para
rápidamente volver a Tenerife ahora.
Que rápido pasan sesenta años,
¿Verdad? El tiempo pasa demasiado
rápido cuando vivimos bien, porque enseguida pasan las semanas, convertidas en meses, luego en años y cuando menos esperas, ha pasado más de medio siglo batallando encima del planeta Tierra, con infinitas historias, pero muchos tenemos la suerte de hacer inventario y en el haber del bien, tenemos el número más alto.
Si tenemos hijos, frutos del recuerdo ancestral, todavía mucho mejor para
nuestra felicidad. Muchos gomeros han volado fuera de su tierra, buscando una vida mejor. Esta vez quiero presentarles a Ramón Jeréz Padilla, amigo de sus amigos que cuando tenía solo tres meses, sus padres vinieron a Tenerife desde San Sebastian de la Gomera, comenzando una nueva historia.

Ramón creció como chicharrero, porque con tres meses, ni siquiera camina y han pasado más de cincuenta años y un poco más. Vivió durante su infancia donde actualmente está el Compostela Beach en la zona sur de Tenerife y sorprende cuando Ramón nos comenta que Vivian del tomate, papas y demás, pero todavía sorprende mucho más escuchar que recogían algodón.

En este momento comparten tertulia algunos amigos que tampoco sabían del dicho algodón. Durante treinta y cuatro años estuvo en esta zona costera, hasta que comenzaron las construcciones de hoteles y demás infraestructuras turísticas, pan del pasado, presente y futuro de los canarios. En el año 1.964 junto a sus hermanos, trabajaron en la hostelería como cocineros, en el Hotel Médano, famoso por su polémica del futuro derribo. Es coincidencia que el cartel luminoso del Hotel Médano, fue instalado por este que escribe en el año 2.003 aproximadamente, cuando trabajaba en La Casa de Los Rótulos, actualmente Rótulos Crespo.

Ramón está felizmente casado, con dos hijos educados al máximo nivel, porque tienen un padre cargado de experiencias de la vida excelentes. Es un hombre con una forma de ser muy viva y una actitud sobradamente positiva, con un saber estar entremezclado en una sociedad tan absurda y complicada, donde debes pelear como un buen boxeador, para saber aguantar los golpes recibidos y que serán muchos durante toda la vida. Y hablando de golpes, quiero compartir una anécdota del amigo Ramón, cuando pegó una patada en el pecho con toda su alma, a un denunciado pero libre maltratador de niños que pasaba frente a su lugar de trabajo, el Bar Raymon de Los Cristianos en el sur de Tenerife. La violencia es negativa, pero confieso que en algunos casos son actitudes lógicas en un mundo de injusticias, pero esto es agua pasada.

Siguiendo con Ramón, diré que es difícil explicar el carácter simpático, que durante muchos años he visto en su sonrisa fija ante la vida. Me encanta verlo cuando está comiendo su pescado frito, ensalada y buen vino con algunos amigos invitados, de su mismo rollo sociable con tertulias de alto estanding, más interesantes que cualquier debate de programas de televisión. Dar felicidades a Ramón, porque es un ejemplo de comportamiento, en una sociedad cargada y rebosada de mentiras. Es amigo de sus amigos que buscamos un poco de paz y amor en la silenciosa sonrisa de Ramón. Darle muchos abrazos sinceros de aquellos que le admiran y respetan, porque es un maestro de la vida.

Juan Santana