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Arona 30 de Julio de 2013
Si me echo pedos,
es mi problema
Desde el primer momento que la veo
me dije, que perfección, que glamour,
que linda, que pasada de mujer.
Luego hablé con ella para organizar
el concierto, porque era la encargada
responsable y todavía me enamoró
más su forma de hablar, de caminar y su atención tan agradable. Nos cruzamos miradas taladrantes, y lo pasas bien con ese instinto animal, irracional, inexplicable.

Después sin saber cómo, terminamos hablando de la vida, de las relaciones y de los temas que surgen cuando compartes vivencias con cualquier persona. Ella presume de estar metida en el budismo y de llevar una vida sana y natural, es la mujer perfecta. Tienes hasta miedo de tocarla por si le haces daño, por si se siente incómoda. Juegas al educado, al más respetuoso, a las miradas del despiste.
Todos los hombres la miran cuando camina entre las mesas, por los pasillos del hotel, con ese cuerpo perfecto, esa forma de vestir, ese glamour, esa mochila blanca que le queda perfecta en la parte trasera. La vida es un juego de cartas y cada carta es una historia, una experiencia más de la vida y cuando hay tertulias entre más de dos personas, cada jugador tiene sus cartas y las va sacando según convenga. Incluso muchas veces te retiras del juego, porque ves que los jugadores no tienen cartas tan buenas, son las mismas de siempre.

Desearía estar tranquilo con ella a solas, para profundizar más y mucho más en su vida y seguir conociendo más su mundo. Ha vivido mucho y notas que hay rodaje. La forma de hablar es perfecta, porque vocaliza que da gusto escucharla y te dices, ¡Qué nivel! Terminó el concierto y salimos un grupo de seis o siete personas a tomar algo. Con la experiencia tomar algo y tomar mucho, tienen una gran diferencia. Decido tomar una copa, conocer más personas, hasta despedirme, para decirles que me voy a dormir, porque mañana es otro día y si te acuestas tarde y además borracho, mañana la factura será jodida y hablo de la factura resaca, porque las copas te las invitan, pero solamente tomas una o dos.

Me despido de todos, porque todos se quedan. Estoy quedándome en una habitación con uno de los músicos y él me acompaña hasta el apartamento para dejarle la tarjeta de la puerta y que no me toque cuando llegue. Son casi las dos de la madrugada cuando me ducho y me acuesto. A las cinco y algo de la madrugada, escucho unos jadeos de una mujer haciendo el amor, causante de mi despertar. Me dije, ¡Jo, como se oyen los vecinos haciendo el amor! Me levanto a echarme una meada, pero descubro que eran el mismo baño del apartamento donde estaba durmiendo y era mi compañero con alguien.

Muy despacio voy nuevamente a la cama y sigo escuchando los griteríos del sexo. Cuando terminan, disimulo con sonidos de ronquidos que parecía un burro y desde mi cama veo el espejo, que está justamente frente a la puerta del baño. Cuando abren la puerta, veo a la chica de la perfección, la de que glamour, que linda, que pasada de mujer. Veo la mujer que presumía de ser perfecta, budista sana y natural. Veo a la chica que me daba miedo tocarla siquiera, por si se derretía.

Se despidieron y mi compañero entró hasta el fondo bastante borracho, chocando contra las paredes y me hago el que despierto. Le pregunto, ¿Quién era? y él responde, "Una viciosa más, que por un par de rayas te la chupa". Sentí pena, mucha pena y no le dije nada. Sentí pena y sé que a muchos les importará una m…. todo esto, pero esto no es nada, es poco o es mucho. Sentí pena y realmente no sé si volveré a verla, seguramente sí, pero ya no la miraré con aquella actitud de sorprenderme por algo tan perfecto. Todos tenemos historia. Un saludo.

Juan Santana