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Arona 20 de Junio de 2012
Algunos burros viven bien
Tengo un amigo que tiene un terreno con sus plantas,
sus flores y hortalizas, además de unos perros, ovejas,
gallinas, conejos, pájaros, un erizo y más animales, pero
el que me sorprende es Perico el burro guapo y peludo. Cuando subo con él a la finca para mirar el agua y dar de comer a los animales, mi cuerpo sufre una metamorfosis bajando o subiendo a esa dimensión.

Porque estamos acostumbrados a los ruidos, al cemento, asfalto y demás ruidos y cuando nos acercamos a estos parajes de la auténtica y poca naturaleza que nos queda, nos quedamos atontados.
El burro parece un animal prehistórico del parque zoológico, porque cuando
estás cerca te quedas hipnotizado mirando abobado y alucinando. Cuando comienza a rebuznar porque huele y siente a mi amigo parece gritar su nombre con un sonido único en el mundo. Existen muchas clases de burros y burros con clase y Perico es un burro con clase, porque está bien alimentado, muy limpio y con el lujo de tener un espacio para andar tranquilamente, sin tener que estar amarrado. Salta de contento cuando mi amigo llega para darle de comer su pienso y su hierba. Salta como si fuera un perro, pero es un burro y los burros hacen burradas, pero este burro vive con el máximo nivel, porque no está currando nada, sino viviendo en su espacio natural, cerca de otros animales enjaulados.

Mientras el burro rebuzna llamando a mi amigo, disfruto observando a dos crías de gatos jugando en medio de la finca, dos gatos blancos preciosos. Las gallinas cacarean y los conejos corren de un lado a otro con la tranquilidad de saber que el daño no existe, porque vienen hasta tus mismos pies a olerte. Dos perros bardinos cuidando la finca y uno de ellos, sigue a mi amigo con su paso de guarda espaldas. Tres ovejas que todavía son salvajes están por la montaña sin acercarse a nosotros, tal vez, por desconfianza de los seres humanos y es que las trajeron hace pocos días y seguro habrán vivido, momentos negativos, pero poco a poco, irán haciéndose al personal positivo.

Cuando estoy en este terreno, cambio de actitud, de comportamiento y parece que estoy drogado porque la mente está relajada, bajando a la paz, a la tranquilidad, al descanso del cuerpo. Necesitamos estos momentos para cargar las baterías del cuerpo y obtener fuerzas para seguir adelante.

Mi amigo podría vivir sin el burro y sin todas esas responsabilidades diarias, pero es su ilusión, su sueño y cada persona tiene sus locuras sanas o insanas. Así es feliz y así actúa mi amigo, siendo uno de los pocos habitantes de estas islas que se complica la vida voluntariamente en estos asuntos de la pequeña agricultura y ganadería. Perico es el nombre del burro, un animal libre con seres humanos a su disposición, para no decir con unos sirvientes, porque las cosas han cambiado y es que antiguamente quienes trabajaba eran los burros.

Juan Santana