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Arona 15 de Junio de 2012
¿Te fijaste que me miró mal?
Me miró mal, ¿Te fijaste que me miró mal? Filosóficamente
hablando, quiero hablar sobre algunos asuntos que damos
demasiada importancia y sin embargo encontramos una
razón lógica a este comportamiento. “Pienso” que es porque la calidad de vida que llevan algunas personas a comportarnos de esta forma, donde nos preocupamos por tonterías dándole más importancia de la que realmente tienen algunos asuntos.
Hace unos años estábamos cenando en un restaurante italiano en la playa
de Las Canteras en Las Palmas capital y tuve que salir fuera por una llamada
telefónica. Cuando entré estaban discutiendo los amigos de la mesa donde
estaba comiendo y tuve que mandarlos a bajar la voz, porque estaban montando
un número negativo y los clientes estaban mirando con aquellas caras de no aprobación.

Cuando  estaban más relajados quise saber el motivo de la discusión porque la curiosidad gana la partida y la razón fue la menos esperada. Estaban discutiendo sobre tortillas de papas de las madres de dos amigos que estaban en la mesa. Uno decía que las tortillas de su madre eran las mejores y el otro decía que las de su madre eran insuperables y por esta tontería, estaban montando un número, que parecían discutiendo por algo realmente grave o verdaderamente importante. Incluso los problemas auténticos pueden terminar siendo ignorados cuando estamos cansados de sentir que no llegan a nada y un ejemplo está en los problemas de alto standing refiriéndonos por ejemplo a temas de corrupciones políticas.

Tal vez valga la pena decirlo, escribirlos o gritarlos para dejar claro que no somos tontos, pero llegas a la conclusión de que existen dimensiones donde pierdes el tiempo porque no llegan a nada. Acabas cansado de quejarte de asuntos que están a la vista, porque la meta o la justicia está muy lejos, incluso es inexistente.

Creo que una vez les conté cuando hace más de treinta años pregunté a un señor que pensaba sobre la política y su respuesta jamás olvidaré, porque dijo, “Esto se hunde, yo soy el mejor y que se salve el que pueda”. Seguramente sería un hombre que habría luchado durante gran parte de su vida y llegó al límite de frenar y vivir. No todos podemos ser unos locos como el Che Guevara, que fue a Bolivia con cuatro pelagatos a solucionar los problemas sociales, pudiendo trabajar como médico, su profesión, pero la mente de cada persona tienen un chip, un programa que ordena mover su cuerpo, su boca y tus actuaciones buenas o malas para según quién opine.

El problema tiene la importancia que cada uno le da y volviendo al principio, les diré que según la calidad de vida, es la calidad del problema, porque en esta parte del planeta, algunos nos preocupamos del yogur que tenemos en la nevera, donde incluso a veces nos mosqueamos con nuestras madres o parejas, porque compró los yogures tales o cuales. Mi problema ahora es que quiero seguir hablando o escribiendo, pero voy a darme un baño y purificarme de todo un día de curro, buscándome la vida, para tener yogures de coco que son los que más me gustan. 

Juan Santana