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Arona 27 de Diciembre de 2011
Historia de Entierros (1ª Parte)
Muchos de ustedes saben que tengo más de una
historia sobre entierros, porque por suerte o por
desgracia mi vida ha pasado por experiencias con
muertos o mejor dicho, con la despedida de muchísimas personas conocidas o desconocidas. Hoy contaré la historia de uno de los entierros y escribiré todas las que pueda, porque eldigitalsur es una oportunidad para escribir pensamientos o una biografía, esperando sorprender o entretener de la mejor forma posible a los interesados lectores...
Un domingo por la mañana suena el teléfono y es la mujer de un amigo para comunicarme que su suegra había fallecido el día anterior, es decir, murió la madre de mi amigo y pidió si podía ir al entierro porque seguramente habría pelea. ¡Sí si!, como usted lo lee, por si había pelea. Asuntos de herencias antepasadas, más la ignorancia e incultura hacen que algunas personas tengan un comportamiento de esta manera tan imbécil, pero todos algunas veces en la vida o muchas veces, tenemos alguna forma de comportamiento inculta, por no decir, imbécil.

Voy al lugar del duelo y encuentro a mi amigo solo al lado de la caja de su madre y así estuvo toda la noche. Le pregunté por qué no me había llamado el día anterior y respondió que no quería molestar a nadie. Antes de mediodía comenzaron a llegar algunos familiares jóvenes y menos jóvenes. A todos nos  pasa  que de cada miles de personas, siempre existe una que nos cae mal o al contrario. Al duelo entró un joven familiar que causaba una negatividad de la hostia. Pregunté a mi amigo quién era y respondió que era un m....

A las cuatro de la tarde cuando llega el coche fúnebre para llevar a la difunta a la iglesia estaba lloviendo. Nos situamos tres personas al lado de la caja. Estábamos el chófer del coche fúnebre, mi amigo el hijo de la difunta y yo, es decir, faltaba uno para poder llevar la caja al coche, pero todos salieron a la calle y ninguno vino a echar una mano. Entonces salí fuera y justamente señalando al que me cayó mal, le hice señales de que entrara ayudar a levantar la caja. El miró a los lados esperando que alguien le dijera algo, pero nadie dijo nada y vino ayudar, pero de todas formas si no hubiera venido le hubiera montado un número que lo hubiese dejado chungo chungo.

Cuando los cuatro nos situamos en la caja para levantarla, dije que no quería que fuera en el coche fúnebre porque era el último paseo de la madre de mi amigo y llevamos la caja caminando hasta la Iglesia, más cien metros bajo la lluvia. Mi amigo sabía que fue a propósito para putear al que vino al entierro con mal rollo....Cuando llegamos a la Iglesia, el negativo salió por pata porque seguramente tendría miedo que fuéramos caminando desde la Iglesia hasta el cementerio.
Feliz Año Nuevo 2.012

Juan Santana