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Arona 2 de Octubre de 2011
Lancelot (1ª Parte)
Llegamos a las doce y pico de la mañana a Lanzarote
porque tenemos un concierto en Arrecife y nos hospeda-
mos en el Hotel Lancelot, en la misma capital, frente al
mar. Cuando llegamos cogemos las llaves de nuestras respectivas habitaciones y nos dan 30 € de dietas, para almorzar donde queramos. Somos ocho personas entre el manager, el técnico de sonido y los seis músicos de la banda.
El manager soltó una frase original diciéndonos, “Voy a comer con Isidro el guitarra a un restaurante de nivel donde mejor que no vayan porque es caro”. Echamos una sonrisa irónica mirándonos los unos a los otros. En mi caso personal cobrare 550 € por una hora, más la dieta de 30 €, creo que me dará para comer en un restaurante de alto nivel.

Entonces decidimos seguirlos a escondidas a ver donde era dicho restaurante de nivel y cuando vimos donde entraron, dejamos pasar unos minutos y disimuladamente entramos nosotros y nos encontramos al manager y a Isidro sentados en una mesa grande y redonda. Nos saludamos falsamente y el manager nos invitó a sentarnos en la mesa diciéndonos que él nos invitaba al vino. Dimos las gracias con aquella cara de tonto y aguantándonos las ganas de soltar una carcajada.

Llegó el camarero y nos trajo la carta comprobando que los precios no eran tan caros. Pedí mero que no llegaba a los 10 € y ensalada, el vino estaba invitado. El manager pidió un par de huevos fritos con papas fritas. Pregunté al manager que si tenía que venir a un restaurante de lujo a pedir papas fritas y huevos, pero él no respondió. En la mesa había aires de falsedad que nos llegaba por los cuatro costados. Cuando el camarero trajo los platos, el manager mosqueado pidió al camarero que friera mejor los huevos porque no estaban bien fritos. Nosotros sentimos aquella vergüenza ajena mirando al camarero y hablándole con la mirada. Nuestras miradas le decían que el capullo era él solo, refiriéndonos al manager.

Por segunda vez trajo los huevos fritos y tampoco quedó conforme el manager con la manera de freírlos y volvió a llevárselos. Nosotros le decíamos que el pescado estaba riquísimo. La tercera vez que trajo los huevos parece que le gustaron y comenzó a comérselos cuando ya nosotros habíamos terminado de comer nuestros platos y pedimos el postre. Cuando trajo la cuenta de la comida, mirando nuevamente los ojos al camarero y al manager, dije al manager y al camarero. “Cuando yo trabajaba de camarero y tropezaba con un cliente como tú con ese comportamiento chungo y maleducado, solía pegarle un escúpitazo a la comida que pedía para desahogarme y descargar la rabia”.

Entonces el camarero miró a mis ojos con aquella mirada que hablaba y parecía responderme “Lo mismito que hice yo querido amigo”. En un restaurante de alto nivel, huevos fritos. Luego vino la segunda parte, que se las cuento en otro momento. Gracias por leer la carta y espero que les haya gustado.

Juan Santana
Comentarios
jajajaja¡¡muy bueno querido juan,...como siempre sincero hasta la saciedad¡¡¡este es mi juanito,asi lo conozco y asì...SIGUE¡¡ me encanta tus formas¡¡de dar por c...sin perder las formas..¡muy bien¡ Pini Hernández
Esperamos ansios@s la segunda parte.....Mary Carmen Cordero
Ese eres tú....el auténtico y Robin Hood de las injusticias...yo en tu lugar hubiera actuada de igual forma...con ironía y educación...SI SEÑOR!!! y por supuesto espero la 2ª parte de la historia, tu forma de contar historias me enganchan. Celia González