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Arona 28 de Octubre de 2011
Algunas muertes de mi vida
Se me antoja recordar algunas personas
que han pasado por mi vida y están esperando
en la otra, así dejamos alguna huella de que ellos
también existieron y esto es algo que hago de vez en cuando. Voy hablar de Felipe Sánchez, un amigo que murió con menos de veinticinco años en 1.976, en un accidente de tráfico.
Felipe me enseñó a tocar los primeros acordes de la guitarra, cuando estábamos en el Seminario Menor de Tafira Baja en Las Palmas. También está Carmelo el güevero, que murió con dieciocho años en el año 1.991 con todo el hígado destrozado por lo que todos nos imaginamos. Francisco Cazorla, murió en al año 1.990 con treinta y cinco años, cuando trabajábamos juntos en Las Palmas. Murió de leucemia con su mujer embarazada de gemelos y murió antes de que nacieran. Francisco tenía unas ganas de vivir bestia y quería comerse el mundo en el poco tiempo que quedaba. Nunca tomó drogas pero un día me pidió que le buscara marihuana y así hice, porque quería fumarse un porro antes de morir para saber qué sentía.

También recuerdo a Juan el malagueño que murió en el año 2.000 colgándose de un hierro en su propia casa. Solo tenía treinta y tantos años. Recordaré a mi tío José, el hermano de mi madre, que murió colocando carteles de un partido político en  1.991, y su madre, mi abuela, fue detrás a los pocos meses y estoy seguro que fue por pura y dura tristeza. Paco Luis un amigo de los músicos que también abandonó el planeta. Paco Luis y yo tocábamos juntos de vez en cuando y yo era muy exigente a la hora de ensayar, sobre todo en puntualidad. No  olvido cuando mirándome a los ojos me dijo, Tú un día llegarás a algo con la música, y tuvo razón.

Recuerdo a Juan de Vecindario, que murió después de estar toda la noche arrastrándose por la tierra, seguramente pidiendo ayuda. Un coche lo cogió y lo dejó abandonado. Con el tiempo descubrieron al culpable, un alemán borracho como una cuba. Tampoco olvido a Natalio, un conocido que murió de una forma que todavía no sabemos, pero apareció su cuerpo abandonado en un solar del pueblo. Y Paco Ruano, que murió con veinticinco años cuando tuvo una mala caída en su casa al querer entrar por el patio luz…

Voy a parar aquí porque ya está bien por hoy y así cumplimos con aquello de D.E.P., Descanse En Paz. Todos ustedes tendrán amigos, familiares y conocidos que habrán dejado la tierra, cuando todavía eran jóvenes y es bueno hacer un stop y recordarlos un poquito. Pienso que debemos vivir por ellos. Cantar, reír, reivindicar, luchar, aprovechar el tiempo y exprimirlo durante el tiempo que estamos aquí, porque no somos muebles. ¿Quién somos?, ¿Qué somos?, ¿Tenemos alguna misión durante nuestro tiempo de vida?....No lo sé. Hace un mes mi reloj dejó de funcionar y cualquier día parará el corazón. Los que tengan la suerte de vivir con la paz, que aprovechen los momentos, porque todo es principio y final.

Juan Santana