Para que pueda ser publicado su comentario, por favor escriba un nombre de autor
Los siguientes comentarios son opiniones de los internautas, no de eldigitalsur.
No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
eldigitalsur se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere fuera de tema.
No está permitido realizar publicidad a través de los comentarios
Los comentarios enviados no se publican siempre al instante, depende de la hora pueden tardar en publicarse.
Arona 12 de Septiembre de 2011
Trincaron el nigeriano
(Basado en hechos reales)
Antonio está en paro y casi siempre está sentado
o asomado a su puerta comiéndose el coco y viendo
los días pasar. Tenía un vecino nigeriano que vendía cocaína y tenía muchos enfermos que compraban bastante. Cuando sonaba el móvil del nigeriano salía a su balcón y organizaba el encuentro para el trapiche y siempre era en la zona, por la manzana que rodeaba las casas cercanas.
Incluso un día Antonio advirtió que la policía cualquier día trincaría al nigeriano. Venían enfermos de muchos lugares y Antonio hacía cuentas a su manera. Una media de diez enfermos comprando medio gramo a veinticinco euros, suman doscientos cincuenta euros diarios, pero algunos comprarían un gramo a cincuenta euros. Antonio estaba en paro y a veces pasaba por su cabeza dedicarse también a la venta de mierda blanca, pero aguanta y sigue esperando un trabajo, donde no tenga que estar pensando en policías siguiéndole y desconfiando de todo el mundo.
Antonio observa como el nigeriano hace fiestas cada fin de semana con sus amigos y escucha sus conversaciones en su idioma, con sus risas o sus broncas tertulianas. Antonio no les está acechando, es que desde el balcón puede escuchar y si hablan alto, incluso llegan a molestar. En medio de sus fiestas sonaba su teléfono móvil y salía vestido con su traje de los caros a despachar al enfermo que espera más arriba, más abajo, más allá, por detrás o por delante de donde sea. Toda la calle sabe que su trabajo es vender polvo blanco y el nigeriano está acostumbrándose al dinero fácil. Ganar una media de trescientos euros diarios es un buen ingreso para vivir cómodamente.
A unos metros hay una parada de guagua y los que tienen el mono haciendo el mono han partido una gran rama de un árbol, además de una cabina telefónica. El árbol no puede gritar para insultarlos, tampoco puede correr para no sufrir. Antonio el vecino del nigeriano lee en el periódico que han trincado a un señor en su barrio con cuatrocientos y pico gramos de cocaína y nueve mil novecientos euros en efectivo. Antonio adivinó que era su vecino, porque en su barrio no había nadie más descarado que dicho vecino a la hora de vender mierda.
Efectivamente trincaron al nigeriano y cuentan que cuando la policía estaba esposándolo, el nigeriano se puso un poco bravo y le dieron un par de hostias para que se calmara. Ahora los enfermos o clientes como el lector quiera llamarles, tendrán que buscar otro surtidor nigeriano o mengano y a dichos enfermos les importará un rábano el futuro del nigeriano. ¿Cuánto dinero habrá enviado a su país a costa de los enfermos? Según Antonio, culpable somos todos.
Antonio sin tantos euros está libre y ahora no pasan los enfermos por su calle cada día para buscar su dosis. El nigeriano está encerrado y no sabemos cuánto tiempo, pero en España las cárceles son maravillosas, con gimnasio, piscina, biblioteca, comida, cobrará el paro y unos están a favor y otros en contra de estas oportunidades que da la vida para fomentar la educación y la libertad. El nigeriano tenía demasiada confianza y seguramente estarían acechándolo hasta que lo trincaron. Unos dirán que es una pena y otros dirán que se joda. La vida misma.
Juan Santana