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Guía de Isora 3 de Sep. de 2012
Septiembre
Ya pasó el mes de agosto en el almanaque y guardé
la hoja de papel (…) del calendario para que mi descendencia
pueda descubrir algún día lo que sucedió en este tiempo de
vacaciones, de descanso, de relax y del regreso a la nada
masiva. Y tomé algunas notas sin orden y recorté algún
artículo de prensa escrita, como material para una inocua colaboración.

Un entretenimiento para este simpático año del señor señalado como dos mil doce de la era moderna.
Y había asuntos de sobra para ensayar: el rescate del otrora orgulloso país, la subida del IVA y otros impuestos que paga el pueblo a su señor o señora, la prima de riesgo que aún no deja de enredar, de los crímenes brutales y de la finca Las Quemadillas ( ¡ ) que todavía la poli que no es tonta se debate entre que los huesos encontrados en un horno casi profesional, son de pequeños roedores o no; y la cruel medida de que hay que dejar morir a los que no sean dueños de una tarjeta (otro papel en los años en que hasta la más boba del pueblo tiene más de un teléfono móvil y un ordenador…), los cuatrocientos euros que le van a dar generosamente para que sobreviva la raza a nuestra mejor juventud, el inexplicable o si, número de parados que dejaron los anteriores, el banco malo (…), el cuadro de Borja que retrata, creo, a las mujeres ministras antes de maquillarse, del duque Urdangarín que sigue siendo noble o presunto ladrón de guante blanco, del fuego democrático y social, provocado, que arrasa lo mejor de esta banda tan alegrona, de la sectaria criba de la tele pública que pagamos todos, de la poca vergüenza, etc.

Y no. Reconozco que no estoy preparado para sintetizar cualquiera de los temas citados, por lo que me entró la vena lírica y digo lo que digo e intentaré que la gente que dice que lea, lea y pase las horas del insomnio tenaz – el síndrome post vacacional – elucubrando sobre la insoportable levedad del ser y contemplar como se va el moreno más deprisa como  vino. Lógico.

Ya puestos, pensé: nada mejor que lo que queda en la memoria después de que casi todo se olvida y adornar esa amnesia con flores, mariposas, siluetas y palabras; aderezarlo con pensamientos que han quedado ahí, como la luna inmensa y sobrenatural que se escondió esta mañana, el último día de agosto que presenta al siguiente. Una enorme cursilada. Como la poesía de Cernuda que dejó escrito – era medio mariquita excelso – “qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman / parece como el viento que se mece en otoño / sobre adolescente mutilados / mientras las manos llueven…” Y es entonces cuando algo intangible (estoy de un relajo exagerado) me indica que hay que variar el rumbo y rescatar al escatológico Bukowski de cuya producción extraigo lo primitivo y cotidiano “pasa un gato y se sacude a Shakespeare del lomo. Un viejo me pidió un cigarrillo y me contó sus problemas, que esta Época es un crimen / que la piedad se ha refugiado bajo los mármoles / y el odio bajo el dinero…”

Y me doy (de) cuenta que debo acabar el ensayo tan edulcorado, porque los poetas (muertos) si fueron capaces de decir lo que dijeron. Pero ya puestos,  insisto, me atrevo a citar a Lorca del que la tele da una versión repetida con protagonista inglés y que dejó en herencia planetaria algo tan brutal como: “…porque tan sólo el diminuto banquete de la araña basta para romper el equilibrio de todo el cielo…”. Lo dicho.

Tal vez me haya bajado el azúcar que es lo único que baja y hay multitud de asuntos de los que hablar. Si llega el frío y el clima se muestra generoso, es posible que podamos dialogar – a través de la red mientras podamos pagarla – largo y tendido. Mientras, no está de más recurrir al romanticismo que se perdió, hasta que lleguen los plenos, las manifestaciones, el rodear al parlamento que no se inmutará porque la cafetería funciona,  las ruedas de prensa, las encuestas, la constatación del ciclo pendular (¡que bien!), fuerte frío hace, caliénteme la leche y póngame poco café, la bombona dura poco y bien cara que está o que la gente vaya al bar a ver fútbol que este año triunfal hay que pagar para verlo. Es la libertad, dice una gobernanta gobernosa – dualidad – y es lo que hay, ¿vale?, que es la palabra con que culmina el prólogo de la segunda parte de El Quijote. VALE.

Con mayúsculas.

Y un saludo a todas y a todos. Sinceramente.

¿VALE?

Cheche Dorta