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Guía de Isora 5 de Mayo de 2012
Movistar
Un ejemplo de la presunta golfería que permite
que uno escriba y emita este pequeño ensayo
por cuenta de ella – lo reconozco –  a través
de la privatización de las empresas que se van,
sin haber sido expulsadas del paraíso y se van a otros, menos bucólicos que aún el mundo permite. Y bastante caro que le cobran al personal.

Veamos, pues, un contacto cualquiera con estas respetables (…) agencias de colocación que a todas las casas  llega. Usted coge, a proponer, su celular y llama. Y después de un rato contesta una metálica y lejana voz casi ininteligible que se presenta como Vanessa, por ejemplo, y que se ofrece a atenderle en tiempo y forma, después de que usted – hay que repetirlo porque es el que paga – haya dicho con voz de simplón el motivo de su queja: “pago mucho, mucho, mucho….por favor…”
Y, después de la musiquilla infame le habla la moza (Vasessa), que le exige que le diga su DNI y su ¡teléfono! Y una vez cumplimentado este tercer trámite – lo menos un cuarto de hora - , desaparece la seño y surge otra voz casi varonil que dice llamarse Claudio Marcelo Mascherano o similar que también se pone a su disposición, señor, para lo que sea menester, decime vos. Y uno repite lo que ya se dijo, pero con la voz ya temblorosa y el cuerpo humano casi sudando.

En fin, reitero lo dicho anteriormente y me contestan que me pasarán con uno de nuestros operadores, una de las infinitas partes contratantes sin contrato, para que mi solicitud sea atendida con profesionalidad. Pausa larga con música de fondo hasta que llegue otra u otro que se presenta con rapidez inusitada: soy  Carolina Darias, ¿en qué puedo ayudarle?, ¡ñós! Y regresa la sudoración porque uno no sabe si uno escuchó bien a estas horas. Carolina Darias, por favor; pero todo es posible. Diga alto y claro el motivo de su llamada y le advertimos que su conversación puede ser grabada. Y le digo precipitadamente a la interlocutora que ya no es Carolina sino Ariel que pago más de cincuenta euros al mes y que MOVISTAR me prometió y firmé en una de esas tiendas, antros, una tarifa plana y que soy un cliente antiguo y que y que jamás he dejado de pagar ningún recibo….¡ay!, y acabé sin resollar de milagro de dios. Bueno, bueno, bueno, dice la voz lejana y metálica, tranquilo y despacito…bueno, bueno, es que usted caballero tiene el contrato XXL que no le cubre el ADSL ni las llamadas al 902, ¿comprendés…?, no, musito, no. Pues es lo que hay…¿me escuchá…? sí, suspiro, ya casi inaudible.

Pues le puedo ofrecer un contrato que le va a ahorrar lo menos quince euros si mantiene la fidelidad; sólo tiene que decir sí o no. Y ya a estas alturas el ser humano de las personas no sabe lo que es afirmativo o negativo, que es cuándo la duda acosa y llega el desamparo y la indefensión ante tamaña golfería, ya se dijo. Balbuceo algo y creo que le dije que mañana iría a la tienda más cercana para aclarar esta cuestión. Y cuelgo. Inmediatamente suena un timbre como el de una bicicleta antigua que avisa de un mensaje que me indica que tengo ¡30.000 puntos! Y que en los puestos de MOVISTAR tendré otro aparatito nuevo con no sé cuántas prestaciones.

Y miro para el móvil que permanece impasible, frío y concreto como si fuera o fuese finlandés. E intento olvidarme de Vanesa, de Mascherano, de Carolina y de Ariel y de Villalonga. Y salgo a la avenida a ver pasar la vida y a los paseantes que todos – todos – se proveen de sus móviles y que a lo mejor tuvieron la experiencia que hemos contado, pero lo dudo. Pienso que lo único que importa, en el fondo, es que haya cobertura para hablar sin decir nada, como yo en el contacto electrónico que se ha citado. Y que también en el fondo más profundo, sólo interese que la pantalla se ilumine sin luz de verdad y que se pueda enviar un SMS al pariente de Catia la Mar, verbigracia. O una foto del nietito - ¡qué hermoso está, dios lo guarde! – a la amiga de la infancia que está tullida de frío allá en Londres. O al noviete cresta gallo o tonsura San Antonio que ignora que ya es carne de cañón, pero que papi (y mami) le regalaron un celular para tenerlo controlado, hay que joderse. O a la muchacha que hace dieta caminando sin ton ni son con su botellita de agua, bien cara, para guardar la línea que la echa a perder a la hora de la cena: dos sartenes de papas y un yogurt detrás. Y mañana a caminar de nuevo, doctor.

Abramos un apartado paliativo para quitarle hierro al asunto e intentar olvidarnos de las operadoras que no operan (menos mal) y dispongámonos a recibir al sueño reparador. Echamos la colcha patrás – uno es obediente – y espera a esa sensación indefinible que es cuándo el cuerpo y el alma se quedan quietos y los sentidos descansan y el metabolismo se pone en ralentí para que amanezca que no es poco, ya lo dijo alguien. Y pasados unos pocos minutos de acercamiento a la paz bendita, de repente suena el timbre del ¡teléfono fijo! También pagado a MOVISTAR que pa mi que demasiado alto de volumen de sonido y uno se levanta tropezando con las paredes del pasillo, levanta el auricular, cular (…) y dice dígame que es una redundancia y al otro lado de la línea se puede oír con nitidez  ¿Aléxis?, no….no….¿es Aléxis, es la casa de Aléxis..?, dice la voz…., no, no...no, por favor. Perdón, se disculpa la tertuliana (era voz de hembrita). Y cuelga. Pi, pi, piiiiiiiiiiiiii.

Y uno regresa al tálamo que ya está frío y que parece hablar, como diciendo que ya perdí la hora y que es lo que hay. Ponte a ver la tele si puedes, dice un ángel que acaba de pasar, previo al insomnio.

Como si fuera Vanesa, Claudio Marcelo, Carolina, Ariel o un largo etcétera de ninis que a lo peor no tienen papales y sirven (…) a una gran empresa de alta tecnología.

¿Ladrones?, ¡Naturalmente!

Debo continuar….con otros protagonistas que están en el paraíso, fiscal, que son los verdaderos paraísos. El resto es un purgatorio o similar, que rima con la empresa citada y con el móvil.

Cheche Dorta
Comentarios
Muy bueno si señor.Sembrao,una sociedad de ladrones y maleantes que es lo que se lleva ahora.