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Guía de Isora 2 de Mayo de 2012
Érase una vez
Cuando uno era casi feliz e indocumentado – frase
que copio de un escritor que sabrá disculpar esta
licencia – en que el poco rentable romanticismo
hacía que creyéramos que otro mundo era posible.
Y algo que se llamaba lucha animaba las incruentas
batallas contra la sinrazón y la mediocridad.

Incluso, cosas de aquella edad, nos rebelábamos contra aquella España que no nos gustaba y que no nos gusta, porque la de ahora se parece mucho a la de nuestra juventud porque la gobiernan sus herederos hormonales. Lógico.
Y vamos a centrarnos (…) en la iniciativa del gobierno que el pueblo eligió por amplísima mayoría, y que condena a una muerte lenta, sí, a las personas que ¡no tienen papeles! Y que el 31 de agosto próximo, día de retorno de los millones de desplazados que regresan de sus vacaciones obligadas, caducarán las tarjetas sanitarias de los inmigrantes ilegales. Abramos un pequeño paréntesis para que vosotros (Zoria dixit) comprobéis la caridad de los inspirados en el ¡humanismo cristiano! que dicen llamarse Mariano, Santamaría (Sor-Aya), Pío, Jesús, José María (el presidente de honor), etc. y aquí, en la ultra-periferia también poseemos un ramillete de estadistas que pa qué: pongan ustedes los nombres que quieran y después hablamos. Tanto en la política como en cualquier sector del machito archipielágico. Todos ellos preocupados por el bienestar y que ¡por fin! España y los españoles sean felices (Rajoy dixit), según el programa de los que ganaron y que, palabra de honor, se cumple fielmente.

Regresamos al tiempo en que las pateras y los negros y los moros – los blancos en sandalias y calcetines, no – eran el primer problema de Canarias y que murieron muchos en nuestras excelentes costas. Casi todos jóvenes y sanos, mientras en las clínicas concertadas se hacía negocio con los gufiados del norte de la rica, es un decir, Europa, operándose aquí porque era y es muy buena la cobertura sanitaria. Nadie controló ni se interesó por este asunto. El cayuco es el problema, decían y difundían. Los mismos que ahora, precisamente, tienen como consigna que el paro es la lacra heredada. “No se me olvide, me apunta la paseante de la avenida, que hay una cadena de la tele que se llama desde antes de esta dichosa crisis Intereconomía”. Si,  señora, le agradezco el apunte. Intereconomía es un foro sabio que supo augurar la crisis y que aporta soluciones, refugio de fachas rurales y de los otros, que se entretienen – solos – en medio de la noche, ya hartos del porno y otras libertades que trajo la dichosa democracia. La obscena e italiana Tele 5 es la más apreciada por los canarios y las canarias, ojo. Y después “la nuestra” que es peor.

A lo que vamos: parece ser que, después de cumplir con el programa oculto hasta el Día de la Victoria, ¡arriba España!, el gobierno quiere que los jóvenes con más de 26 años que no hayan cotizado deberán probar que no tienen ingresos para acceder a la sanidad pública. No hay comentarios.

“Yo fui a trabajar al extranjero con un contrato de trabajo” – me reconviene un emigrante retornado que vino con el mismo caminar sabiendo inglés o chapurreando alemán; de español poco sabe. ¿Y qué?, pregunto. Claro que critico a los caraduras que han venido a no enseñarnos nada o, rectifico, a que copiemos su salsera forma de vida con tanto sabor. Pero eran, eran, los menos, hoy después de la invasión de ferrallas es otra historia. Era, ¿recuerdan?, el efecto llamada,  menos para Zoria que fletó algunos aviones cargados de oscuras pieles y los pasaportó. Un hombre macho, con y sin bigote. O los miles de gallegos en Fuerteventura que dormían en la obra para ahorrar y volver a la ría riéndose después de haber colaborado a masacrar la Maxorata, votando a Fraga q.e.p.d. como debe ser. O los catalanes y baleares, todo simpatiquísimos, que supieron que aquí había pasta y que el pueblo aborigen le rendiría pleitesía y hasta les pondría calles a su nombre, por haber construido hoteles dónde trabajarían los isleños abajo en las perolas, do se cuece (…) la infame comida de los resort. O los mercachifles que robaban y roban a los turistas en sus licorerías, bazares y antros de este tenor. Y repetimos que ningún alcalde se interesó por ello. Hay que ser amable, dicen ahora, precisamente ahora.

Pues lo de la sanidad es una desvergüenza de un gobierno fascista que fue elegido por un pueblo que no sabe lo que es ser fascista. Y como ignoraba esa historia – ya lo dijo alguien – la ha repetido. Y lo que falta. De manera que me imagino a Willy, un negro como un tizón, atlético y apacible, al que explotan los isleños - más negros por dentro y que presumen (…) de canarios de pura cepa -  pasear a sus niños que tienen unos ojos maravillosos, brillantes y alegres y me da como algo que no me gusta y miro alrededor y sólo veo un gris plomo entre mis paisanos en el que abunda el  gandul y el parado de plantilla, antes y ahora; e imagino a Willy el negro – que no es el jefe de la tele nuestra – y que a lo mejor llegó en patera y no tiene papeles, por lo que a partir del final del verano, du duá, sus hijos se quedarán sin asistencia sanitaria. Un punto.

Tal vez les falle la estrategia o el crecimiento como dice Sor Aya desde su altura. Ojalá. Y que los médicos, los estudiantes, los científicos, los transportistas, los profesores y maestros, los parados…digan que basta. Porque - hay que joderse - el noventa por ciento de la población mundial no tiene porque aguantar los caprichos de los elegidos por los dioses. El 90 %. Parece mentira la cantidad de resignación que la trilateral de la que ya no se habla, ha logrado reuniéndose a escondidas y protegidos (espero que la poli algún día de estos también se dé cuenta que forma parte  de ese porcentaje que hemos citado) para diseñar la pobreza que conviene en cada ciclo. Y es que todos – hasta los del 10 % - son hijos de dios que, aunque no lo parezca (dios nuestro señor) se preocupa por lo que habrá de llegar: la cartilla de  racionamiento.

Y ahora llega Mayo, el mes de María, de las primeras y últimas comuniones, del trabajador que no trabaja; el mes de los bobos. De las primeras romerías con su santa o su santo. De los animalitos que se bendicen. Del yugo de los bueyes. Del ganado.

Etc.

Cheche Dorta