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Tenerife 5 de Septiembre de 2012
El 15M, camina o revienta
Después de un tiempo sin dedicarles una palabra toca hablar hoy del Movimiento 15M, más que les pese, más que les pese porque no van a ser flores lo que salga de aquí, aún a riesgo de ganar más “simpatizantes” de los que ya tengo.

Para empezar, seamos sensatos, más allá de la autocomplacencia de una gloriosa efemérides aún reciente, ¿qué está haciendo hoy el 15M? O mejor lo planteamos de otra manera repitiendo esa pregunta que suena una y otra vez en los medios de comunicación más progres: ¿qué le pasa al abúlico ciudadano español que no se levanta ni se rebela ante la meada continua que chorrea sobre nuestras cabezas?
La respuesta está ahí, en el 15M. Porque el ciudadano español ya se levantó ilusionado al albor del 15M en 2011 y más allá de un despertar de las conciencias todo quedó en nada, en un intento fallido, en varias notables expresiones de ese nuevo folklore nacional que pasan a ser hoy las manifestaciones ciudadanas. Si no me entienden hagan un poco de memoria. Primero vino el 15M aquel 15 de mayo para la historia, luego vinieron las acampadas, y a ellas les siguió el 19J con otra macromanifestación que llevó a mucha más gente a la calle que en su precuela original. Entonces era el momento de haber hecho algo más, pero no se supo o no se quiso, aunque algunos bien que propusimos alternativas –el caso Botín por ejemplo-, y todo lo más fue repetir por tercera vez la fórmula folklórica el 15 de Octubre, algo que ya empezaba a cansar a más de uno, a desilusionar a otros tantos y a alegrar a los del lado del poder al  comprobar que el revolucionario enemigo sólo sabía disparar con balas de fogueo.

Ahora, un año después, con el panorama social mucho más duro no hay movimiento social capaz de movilizar la indignación y el cabreo general. El motivo está claro: ya lo intentamos hace un año y no resultó, y ahora cuesta más activar, animar, ilusionar a la gente con que es posible. Digamos que la gente normal, el ciudadano medio que no era ni activista social, ni universitario, ni sindicalista, ni de otras tribus rebeldes perdió la confianza en que por la vía del 15M se pudiera lograr algo. Los españoles desencantados salieron a la calle tras la flauta quincemayista y como los ratones del cuento, esperaban que alguien los guiara, pero no fue así, y la fuerza se perdió por el camino en una nube de conciencia y reflexión sin aplicación y consecuencias prácticas. Entretanto, le dimos al aparato del poder el tiempo suficiente para poner en marcha su maquina de desinformación –los medios de comunicación-, al tiempo que se pertrechaban legalmente contra lo que pudiera venir, llámese endurecimiento del Código Penal, despido libre, etc., etc. Y así, hoy la vida se ha hecho mucho más dura pero la mayoría andan intentando sobrevivir con poco tiempo y menos ganas de hacer la revolución. Prueba de ello es la propuesta que circula este mes de “Ocupa el Congreso” de la que ya se están desmarcando la mayoría de las asambleas del 15M amén de otros colectivos afines, asustados tal vez temiendo la carga de la caballería represora del Sistema. ¿Acaso no hay motivos para salir a ocupar el Congreso, aunque sea simbólicamente? Yo creo que sí los hay y muchos, como también creo que hay motivos para apoyar las acciones simbólicas y no tan simbólicas del alcalde de Marinaleda en favor de los más desfavorecidos. El problema es que ya sabemos en qué quedan estos actos simbólicos porque los hemos repetido en el pasado. El Sistema está inmunizado contra este tipo de folklore y ahora lo tiene mucho más fácil para reprimirlo o anularlo. En resumidas cuentas, por esta vía no se logrará nada hasta que no sea un clamor muy mayoritario y permanente lo que tome las calles.

Con este panorama, la sociedad mayoritariamente indignada y el 15M como abanderado de esa indignación, o camina hacia algo más o lo dejamos guardado en la vitrina de la historia como algo bonito que fue, siempre mejor eso, morir joven y dejar un bonito cadáver, que estar para no estar o estar como comparsa hasta languidecer. Y ese algo más debe ser, en mi humilde opinión, mover a la gente a pasar del folklore simbólico a acciones masivas que puedan tener consecuencias sobre el Sistema. ¿Cómo?

Dado que la acción política está complicada en clave electoral –lo tienen muy bien montado para no dejar la poltrona- y tampoco hay elecciones a la vista, se trata de ir por la vía del activismo social aprovechando las rendijas que el Sistema aun ofrece en su intento de parecer decente, bordeando la legalidad si es preciso pero sin sobrepasarla de manera evidente, de momento. Y recalco la palabra “masivas” porque ahí está la clave, pues acciones que entran por las rendijas del Sistema se han propuesto muchas –en eso tengo algo de experiencia-, pero su incidencia sobre el mismo ha sido  menor porque el propio sistema las ha silenciado, diluido o asumido con mínimos daños. Vuelvo con la denuncia que desde el 15M movimos por el escándalo de las cuentas secretas de la familia Botín, únicamente conseguimos presentar 5000 firmas pese a que estuvo circulando tres meses por toda España. Denunciábamos la connivencia entre políticos y banqueros en un robo evidente y sólo conseguimos reunir 5000 firmas, y aunque la denuncia fue finalmente aceptada por otras vías su repercusión fue menor. ¿Qué habría pasado si hubieran sido 5 millones de firmas, 5 millones de apellidos, 5 millones de DNI? Tanto igual con la última iniciativa del 15M contra Rato por lo de Bankia. Cada acción planteada por colectivo o grupo reivindicativo debe ser abierta a la participación de la ciudadanía, y ello con dos objetivos fundamentales: primero para destapar y hacer visible el engaño; segundo para hacer a los ciudadanos partícipes de la lucha ayudándoles a salir de la masa anónima, ayudándolos también a perder el miedo. Y sí, entonces sí, acompañando estas acciones reales y efectivas podemos convocar manifestaciones folklóricas, que ya no parecerán tan folklóricas porque no serán ya un fin en sí mismas, serán un acompañamiento al plato principal, el ciudadano que ha puesto nombre y apellidos a su indignación. Entonces, sólo entonces el miedo cambiará de lado y empezarán a sentirlos ellos, los que aún hoy ostentan el poder. La cuestión es, ¿seremos capaces? Quienes estén dispuestos que den un paso al frente.

Eloy Cuadra Pedrini