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Arona 26 de Noviembre de 2007
La única anarquía
Aparte de saber, respetar y aplaudir el gran ingenio que tenía el gran
"Cómico", como le gustaba que le llamaran, a Fernando Fernán Gómez,
su ir y venir dentro del mundo de la farándula últimamente fue muy
personalista.

Triunfó como dramaturgo, escritor y como actor era más que singular con ese eterna timidez que en la vida de este genio, que tenía mal genio, aparentaba entre sus compañeros de trabajo. Le conocí en una tertulia que dio en el Circulo de Bellas Artes en Madrid y me pareció que estaba más que arto del papel que le había endosado la misma sociedad que le aclamaba.

En una improvisada rueda de prensa que se hizo se le preguntó por el último trabajo que realizó en ese tiempo y que fue la película del "Abuelo". Las respuestas eran muy lacónicas y con gran desdén hacia lo que se le preguntaba, entendí que a los genios hay que entenderles y quererles  tal como son, o más bien tratar de que te sean indiferentes, cosa esta que está reñida con aquellos que rozan la inmortalida.

Trató siempre de revivir su siglo que no vivió, el diecinueve, con esas tertulias del café Gijón, con esos recuerdos de los fantasmas de las letras españolas, pero la capilla que se instaló en el teatro, con sillas a los lados, más bien parecía una tertulia de los viejos literatos de la España romántica del diecinueve. Con Fernán Gómez se va toda una etapa del buen teatro del genio y figura, de ese eterno mal carácter tan beneficioso para los mistrales personajes que Fernando hizo.

Una cosa me dejó fuera de juego y que después de ver tanto y estar siempre tratando de aprender nunca llegas a rebosar el vaso de la sorpresa. El féretro de Rena Gómez estaba cubierto por una bandera del anarquismo. Esto habría que decir la solución mañana, por la confusión que originó a propios y extraños. Qué anarquismo quería demostrar en vida si no lo fue, quizás ahora en la muerte lo sea. Un profesional que estuvo supeditado a los más tiranos horarios de trabajo, que fue un hombre bastante acatador en las formas y en el régimen que lo vio crecer y mimó hasta que lo encumbró pues en la posguerra española, si no comulgabas con Franco no trabajabas y menos en la farándula. Todo esto no quiere decir nada y menos el restar méritos al maestro, pero si pensar que como escribió Manrique la única anarquía es la muerte y en esos brazos son en los que creo yo habrá encontrado el genio de Fernando Fernán Gómez su destino.

Salvador Barnes
barnespress5@hotmail.com