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Adeje 8 de Agosto de 2008
¿Quien lleva la cruz de la crisis?
Crisis si, crisis no. El gobierno de Zapatero, dividido sobre
este tema, no quería reconocer su existencia, mientras la
oposición empujaba en su reconocimiento. La indecisión
de uno y el no conseguir nada el otro, ha determinado una
sustancial pérdida de confianza por parte de los ciudadanos.

Los dos, por un verso uno y por otro el otro, actuaban de forma calculada para el interés de ambas formaciones, aunque cada cual hablase por el interés de los de a pié que ignorantes de la alta economía, no tenían que esperar que quebrasen grandes empresas de los ladrillos para darse cuenta contra cuáles olas tenían que nadar.

Ciudadanos que no necesitaban por cierto el pronunciamiento de los políticos para que el termómetro popular, es decir el bolsillo, confirmase que sí, la crisis existía y empezaba a morder muy fuerte. Ciudadanos que al mirar reportajes televisivos en los cuales aparecían ricos sectores despreocupados de lo que estaba pasando, se comían las uñas de impotencia y envidia.

Gente preocupada por cómo día a día se esfumaba la única posibilidad de sustentar a la familia, en la prospectiva de un cuadro muy nubloso, para no decir negro.

Y mientras miraban los reportajes de los ricos que les daba lo mismo crisis o no crisis, se olvidaban pensar que además de estos afortunados, existían otros privilegiados. Qué más da a estas gentes si sube la gasolina, si aumenta el coste del pan, de la leche, de la verdura y etc., etc., etc. Ellos con lo que pueden permitirse de establecer, fijar su propio sueldo sin deber referirse a un mínimo salarial contratado con uno de los sindicatos existente. Contrariamente a todo el mundo estos afortunados concierta entre si, no lo que es justo, sino bien lo que necesitan para la vida que cada cual desarrolla.

Pienso a estos políticos “totalmente dedicados al y para el pueblo” que con un altruismo fenomenal han puesto al cubierto de la intemperie económica su propio sueldo, así que pueda nevar, granizar o simplemente llover, ellos siempre estarán protegido. Es decir que aunque la potencialidad de compra se reduzca, no sufrirán como los pensionistas, porque la cantidad de dineral que nosotros le pagamos, por su arbitraria decisión le permitirán superar a solar esta y más crisis.

Pienso aquel político local que ha tenido la desaventura de sumar al ya su rico sueldo (más de 60.000€ anuales) otra módica cifra que le viene por ser nombrado vicepresidente de una entidad bancaria y nunca quiere declarar a cuánto amonta esta expulsión del cargo de secretario insular. Una revelación así pondría en muy mala luz a este político local frente a la crisis que atañe a sus vecinos y le quitaría el ya disminuido aprecio de sus gobernados.

Invariablemente lo que pagan los platos rotos somos los de siempre. Sean ellos socialistas o pepeistas el refrán siempre suena así: no aumentar, pero sí reducir los sueldos de los de abajo. ¿No es esta una de la receta del señor Solbes, anunciada desde algún día, pero que no ha podido repetir por intervención superior?

Con sufrimiento y mortificación me da vuelta en la cabeza aquella frase que un revolucionario ruso (Trozky) pronunció ya al alba de la conquista del poder por parte de los comunistas: "Tomad al más ferviente revolucionario y dadle el trono de todas las Rusias y en el espacio de un año ese revolucionario será peor que el zar." Ha pasado muchas aguas en la Nieva y todavía esta reflexión es, por desgracia nuestras, de gran actualidad.

¿O no, Don Miguel?”

Benito Capone