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Adeje 7 de Agosto de 2008
La persona es sacra,
la actividad política no
Resulta ser muy extendido confundir la crítica a la función
de un cargo con el criticado, es decir, con la persona que
despliega el cargo. Esto es lo que una vez más, un participante a una reunión de un partido político habría manifestado creando mal entendimiento y generando confusión en los presentes, demostrando así no haber comprendido aquel sacrosanto principio por el cual se debe criticar, aunque de forma fuerte e insistente, constante, la función, el cargo y nunca la persona, que es sacra.

La dicotomía entre cargo y persona no es difícil de establecer y de comprender si todos arrancamos desde el principio señalado.

Si yo critico o acuso a un político no reprocho ni culpo a “D/ Pedro” sino bien al “Concejal Pedro”. Denuncie lo que denuncie y las veces que lo haga, la división existe y sólo un mal pensante o un oportunista puede dar vuelta a esta separación, cosa muy recurrente en los políticos adejeros.

Si además el cargo ha hecho de su actividad pública una mezcolanza con asunto personal o de familia, esta es responsabilidad que no compete a quien denuncia o relata, muy claramente a quien ha reducido la cosa pública a asunto privado. Y es precisamente esta la situación, por ejemplo, que se ha verificado en al Ayuntamiento de Adeje.

Por lo tanto, la crítica al cargo, por tanto que sea dura, repetitiva y insistente resulta ser solamente un ataque político o a la política realizada por el individuo.
No resulta fácil en una sociedad políticamente analfabeta, como escribió muy acertadamente un amigo periodista, individuar esta separación, aún más si los políticos hayan perseguido por evidente interés de autodefensa, insertar el abinado cargo – persona en el sistema social de la sociedad, en este caso, la tinerfeña. Este método insertado en la sociedad ha dado origen a ataques personales, a acciones de venganza a los cuales nos han acostumbrado los políticos sureños.

Así como esta sociedad políticamente inexperta, porque desde siglo sometida y mantenida ignorante por los caciques, resulta dificultoso dividir el cargo de la idea política de una determinada persona. Vamos a ver, muy poca gente comprende que, por ejemplo, un Presidente de la Cohortes en el mismo momento que asume el cargo, deja de ser parte de un partido por todo hasta que dure su compromiso. Y siempre tienen la sospecha, la duda, que aunque las reglas democráticas lo digan, aquel cargo no las respete.

Cuando, en otras ocasiones, he acusado, y acuso, a los Presidentes de las asociaciones de vecinos de ser rueda de escolta de un partido, los acuso de no cumplir con su deber de no tomar parte por ninguna expresión partidista para ser libre de representar a todos los vecinos, indistintamente de las ideas de cada cual. Porque una vez más es hacer la función de Presidente y otra es tener y no aplicar, su propia opción política personal.

Así, siguiendo, un periodista que es obligado a escribir o redactar según el interés de la “testada”, tiene su personal idea que no siempre coinciden con la de la empresa por la cual trabaja pero no la hace pública en sus escritos relacionados con la empresa.

Los ejemplos podrían seguir a brote aunque creo resulten bastante expresivos los aquí mencionado, todos ellos vuelto a ejemplificar a una tierra bastante lejana da la basilares normas democráticas, uno de los principios de una democracia completa.

Resulta llamativo que todavía existan personas involucradas en la política cotidiana que aún no hayan asumido estos principios básicos, que deviene preocupante si estas personas ejercen de trámite para el pueblo, de ideas y principios de un partido político democrático.

La izquierda necesita estos principios, especie si se participa en una izquierda pensante y abierta. Otros principios que necesita la izquierda hodierna. Otros principios que no aplicado en el pasado han contribuido a irse a fondo de aquella izquierda por la cual hemos trabajado.

Benito Capone