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Adeje 8 de Febrero de 2008
Psiquiatría: cenicienta de la sanidad
Desde tiempo me ha impresionado la propagación en todo
tipo de población, de lo que llamamos depresión y por eso
he intentado ingresar en este mundo que muy pocos
de nosotros conocen y advierten

Seguramente, al afirmar que en la sanidad, la psiquiatría, es la cenicienta, todas las demás especializaciones medico-quirúrgicas se enfadarán, al considerarse a sí misma como la última rueda del carro.

Difícil no dar la razón a todas, visto el tipo de servicio sanitario del cual gozamos en Canarias. Sólo la sanidad privada tiene el viento en popa, contraprueba de que la publica no funciona.

Pero dentro de todo esto no cabe duda que precisamente la psiquiatría sufre una desatención – pública y privada - que deriva seguramente del desconocimiento, que desde siempre, ha tenido esta especialización.  Enclaustrada dentro de los cuatros muros de  un manicomio o, como se decía, de “una casa de orate”, se encuentra ahora proyectada dentro la sociedad que desde siempre la rechazó, ignoró y se mofó de ella.

En este nuestro tiempo esta enfermedad se ha propagado, generalizado tanto que sus consecuencias, al ser noticia cotidiana, nos deja cada día más indiferentes y acostumbrados. Los medios  han hecho eco a esta enfermedad y hay que reconocer que han hecho mucho por la psiquiatría: no sólo han difundido su existencia, sino que han contribuido a hacerla conocer y rendir necesaria una distinta actuación.

El estado mental llamado depresión es reconocido como uno de los males más difusos en la sociedad moderna. El menos conocido y, cosa más grave, el mas peligroso porque es el más difícil de identificar. No es casualidad que los especialistas afirman que la mayoría de los que padecen esta disfunción mental no saben que la sufren.

Pero desde esta situación mental derivan hechos que cada día  llenan los noticiarios radiotelevisivos.       

En efecto ¿Quienes pueden afirmar que, por ejemplo, los malos tratos no son una patología  psiquiátrica? ¿Quién que se atreve al día de hoy en afirmar que los siempre más numerosos suicidios no son frutos de un estado de una psique enferma? ¿Y que los dos ejemplos, entre muchos, no son consecuencia de una existente depresión?

Las alteraciones que puede llevar a un estado depresivo son diversas, múltiples. Muchas las adeudamos a escenarios patológicos totalmente ajenos al verdadero trastorno o enfermedad. Porque de enfermedad se trata y como enfermedad tiene su curación.

Dejando al lado los medicamentos que se necesitan, lo que más se precisa es un contacto medico-humano a lo cual no siempre los familiares pueden proporcionar y por desconocimiento de la enfermedad y por como y cuando prestarlo. Ellos, por cierto, no son ni psiquiatra ni psicólogo. Porque solamente estos especialistas – si bien preparado – pueden enfrentarse a este statu mental.

Últimamente se han visto profesionales jóvenes, más femeninos que masculinos, muy bien preparados, pero sin muchos medios, como la demás especializaciones sanitarias. Aquí también faltan estos especialistas y, a nivel personal,  lamento la perdida de aquel gran profesional que era el amigo Ángel Frugoni, con su enseñanza universitaria y sus métodos de curación precisamente basado en el principio de la relaciones de amistad entre medico y deprimido.   

Estamos acostumbrados a ir al medico cuando  los médicos tienen disponibilidad y en caso de emergencia, recurrir al servicio de urgencia. Pero los miles y miles de afectados no pueden esperar  la disponibilidad de uno psiquiatra. A veces resulta preciso un encuentro urgente para reponer los niveles psiquiátricos especialmente se hablamos de potenciales suicidas.   Tendrán que esperar días y días, por no decir semanas y semanas con las inimaginables consecuencias, cuando algo podría ser útil, por ejemplo, una asistencia telefónica.

Si además necesitan el servicio de una psicóloga, no existen ni los días ni las semanas, porque podríamos hablar de meses, al ver la falta de estos especialistas en los diversos Centro de Salud. Y se sabe que en psicología los encuentros pacientes – psicólogo, más que en psiquiatría, no pueden atender la disponibilidad del medico. A veces entre visita y visita pasan meses cuando deberían hacerse cuando el enfermo lo necesita.

Siguiendo el método actual estamos perdiendo tiempo y dinero y es evidente que con este tipo de servicio ni pensar al dicho medico “que es mejor prevenir que curar”.

Y es precisamente esto lo que está pasando en nuestros Centros de Salud.

Hablando con expertos de estas dos especialidades, todos coinciden con el principio que mucho se podría prevenir cambiando el actual sistema y mirando con otros ojos las necesidades de la salud mental (más bien atención mental) evitando así muchos de aquellos casos que cada día nos impresionan al leer los periódicos o al ver la televisión.

Benito  Capone