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Arona 22 de Enero de 2008
Personajes sureños:
Laureano Lorenzo Julián
Lorenzo es su apellido pero así es conocido por todos en el error de que lo estamos llamando por su nombre.  A él le da igual ya que tiene tres nombres y carece de apellidos al uso.  Ya original desde la pila bautismal este hombre pequeño, enjuto, conversador y contradictorio con los demás y consigo mismo, merece la pena traerlo a esta columna por ser quizás el último renacentista autodidacta que conoceré en mi vida.
Este muchacho de 70 años nació en Alcazalquivir, ciudad meridional de Marruecos,  cuando aún era protectorado español.  Hijo de un militar, la rancia moral de la época y la férrea, y algo hipócrita, disciplina le marcó en sus primeros años.  Casi abocado por convicción y por tradición a la vida castrense, algunos desencuentros con su progenitor le hicieron cambiar su vida para desligarse del ámbito patriarcal.

De alguna manera podemos decir de Laureano que pese a sus vicisitudes personales, privaciones y escaseces siempre se sobrepuso y antepuso la búsqueda de su libertad personal en pos de sus inquietudes intelectuales y artísticas.  Vividor, en el buen sentido de la palabra, cabal y trabajador, en ocasiones le pierde el aguerrido orgullo adherido a sus magras carnes lo que es fácil confundir con una actitud soberbia. Asiduo lector de los clásicos y precoz aprendiz de todas las artes.  Su  faceta más mundana le ha dado para ser el hombre de varias mujeres y procrear a otra. Ahora en las postrimerías de su madurez ha alcanzado, como recompensa, la soledad, y con ella  la libertad imprescindible para vivir con y para si mismo. Desde siempre relacionado profesionalmente (por cuenta propia y ajena) con el mundo de la hostelería en Tenerife. Nada le es ajeno. De todo sabe y de todo tiene una opinión.    Discutidor infatigable sobre lo divino y lo humano.  Tiene la calidez y el talante del conversador humanista en sus palabras. Es viejo y adorable en la noble práctica de respetar y respetarse.

En su semblanza creativa debo reconocerle el conocimiento para ser un grandísimo y original escultor utilizando la técnica de esculpir formas con papel de periódicos y barniz al agua (ya lo hizo también con otros materiales más convencionales).  Como prueba de su talento la inclusión de algunas de sus esculturales  formas en el Primer Encuentro Multicultural Canario-Venezolano celebrado en el Centro Cultural de Los Cristianos.  También nuestro personaje es inventor  de ocasionales enseres,  atarecos y cachivaches.  A veces se queja de que nunca le llegó el mecenas (lotería, institución o fortuna) que lo retirara al mundo de la creación absoluta.  

Práctica el verso  con la escrupulosidad del docto y prueba de ello es su opera prima, Ventanuco.  Escritor ocurrente de relatos verosímiles donde no se esconde lo tragicómica que es el vivir cada día.  Crítico musical y chiflador empedernido.   Creador fotográfico de imágenes imposibles para su más dilatado proyecto: la publicación de un libro sobre todas la bebidas del mundo. Un paseo sobrio y ebrio por la Historia, acompañado por cañas y copas. Los orígenes, anécdotas y lances de brebajes, elixires y pócimas.  Invenciones y descubrimientos de todas aquellas bebidas (licores, cervezas, vinos, cócteles y un largo etcétera) que con el tiempo se han convertido en una parte más de la cultura colectiva universal.  Además esta, todavía inédita obra, es un práctico manual para noveles profesionales, obra de consulta para veteranos y cita para lectores ávidos de saber.

Por último, con el afán de echar unas risas con él, una anécdota de hace tiempo que Lorenzo jura que es verídica:
Estando nuestro hombre empleado en la cafetería Orche en Santa Cruz le asignan un ayudante venido de la península el cual no estaba muy ducho en las distintas marcas de agua que se han bebido siempre en la Isla.  Lorenzo con el fin de facilitarle la labor le escribe y entrega una lista con las distintas marcas para enunciárselas a los clientes. 
Pasados unos días el ayudante novicio atiende la mesa de un cliente habitual   perteneciente a una conocidísima familia tinerfeña. No pasa mucho rato cuando el cliente se dirige al camarero y con muy mal humor y  a grandes voces lo llama  machango, godo irrespetuoso y otras lindezas parecidas. 
Lorenzo se dirige al asustado camarero preguntándole que ha pasado y éste le jura y perjura que no lo sabe. Que él no ha hecho nada malo.  Así que nuestro hombre se dirige al conocido cliente, que estaba acompañado por su esposa, con el fin de apaciguarlo e intentar complacerlo para darle fin al incidente.  El chicharrero seguía enfadadísimo amenazando con no volver más al establecimiento.  Entre exabruptos y sin bajar el tono de voz el cliente se explica:
Ese machango nuevo de camarero al que mi esposa le ha pedido un AGUACATE y él muy imbécil se ha sacado una lista del bolsillo y le ha dicho que no tiene, pero que tiene: agua firgas, agua setlz, agua fuente alta, agua pinalito, agua san borondon, agua perrier, agua apollinaris…

Sirva como defensa del solícito camarero que el aguacate no era muy conocido en la Península hace unas décadas y en absoluto conocido por él. 

Antonio Núñez-López
a.nunez.lopez@gmail.com