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Adeje 31 de Julio de 2009
Méndez Carrillo anima a utilizar algunos cuentos como herramienta para erradicar el miedo de los niños
Ante una pesadilla nunca hay que encender la luz de la habitación del menor, asegura el experto psicólogo
El tratamiento de los problemas de ansiedad en la infancia ha sido el tema central de la ponencia realizada por el profesor del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universidad de Murcia, Francisco Xavier Méndez Carrillo, dentro del curso de la Universidad de Verano, “Problemas emocionales y de conducta en el aula: ¿Cómo tratarlos?”.  El ponente ha desglosado los problemas interiorizados de los niños “que son aquellos que solo el niño conoce” porque no se exteriorizan como en otros casos más evidentes. Méndez Carrillo advirtió a los alumnos del curso que “lo más importante es que lo sepáis detectar y derivar al psicólogo clínico” en el caso de fobias graves o consolidadas.

El experto psicólogo explicó la utilidad de algunos cuentos para erradicar los miedos de baja intensidad especialmente aquellos que están escritos y diseñados para tal fin, es decir los cuentos terapéuticos. Francisco Xavier Méndez Carrillo animó a los alumnos a emplear los cuentos tanto en las clases con los alumnos como en casa con los hijos porque la raya entre el miedo emocionante y el miedo patológico es muy fina. Respecto al miedo consolidado, el ponente explicó una técnica que consiste ir pasito a pasito, alcanzando objetivos pequeños paulatinamente para así alcanzar vencerlo. Dentro de esta técnica la clave, explicó, lo importante es asociar algo agradable a la situación temida y aseguró que está contraindicado el obligar al niño a hacer algo que le da miedo.

Durante su ponencia experto psicólogo animó a los presentes a aplicar diferentes técnicas y métodos para hacerlos desaparecer ya que “a pesar de la creencia generalizada de que el tiempo lo cura todo, esto no siempre es así y se puede comprobar en casos de adultos que refieren episodios de fobias que comenzaron en su niñez. Hay que hacerlo bien para que estos miedos no evolucionen a peor”. De esta forma, relató que ante una pesadilla nocturna no hay que encender la luz de la habitación, porque sino el niño asocia la oscuridad al terror de la pesadilla y aparece el miedo a la oscuridad, al contraponerse a la seguridad de la luz y la madre o padre que lo consuela y le da seguridad.

Otra de las actuaciones incorrectas mencionadas por  Méndez Carrillo es que “cuanto más protegemos a los niños más débil lo hacemos. Es pan para hoy y hambre para mañana”, en referencia a la costumbre de algunos progenitores de llevar a los niños a compartir la cama de los padres cuando éste tiene miedo. El ponente aseguró que después es mucho más difícil sacar al niño de la cama y expuso casos reales extremos como el de un niño de 12 años que desplazaba el colchón de su cama al lado de su madre y con el pie se aseguraba de que ésta seguía allí.

Asimismo argumentó que aunque los padres apliquen algunas de las herramientas que emplean los especialistas profesionales no siempre tienen garantía de éxito porque la diferencia estriba en el método. Además advirtió de las complicaciones que puede generar una herramienta mal utilizada porque puede empeorar el problema. El experto psicólogo advirtió también del mal uso que hacen algunos progenitores del miedo como herramienta para que el niño les “haga caso” e hizo referencia  algunas frases típicas como “si no se lo digo al policía”.

Además de los cuentos y otras herramientas, el psicólogo explicó que también deben aprovecharse las Nuevas Tecnologías, el video, los juegos interactivos, etc. para tratar la ansiedad de los niños ante algunos acontecimientos, como por ejemplo una intervención quirúrgica. Méndez Carrillo se posicionó claramente a favor del empleo de los premios y castigos naturales, no necesariamente aquellos que implican el consumo o la compra de un producto, y aseguró que en el 85% de los casos tiene mejor resultado el reforzamiento natural, algunos tan sencillos como el guiñar un ojo, o la felicitación por un mérito.