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Adeje 30 de Julio de 2009
El estudio del clima del
pasado es fundamental
para entender el cambio
climático
Hay ciudades como Berlín o Praga, que
tienen estación meteorológica desde 1701
y 1756, respectivamente, mientras que las
de Canarias son, en su mayoría, de 1945, por lo que resulta muy complicado conocer la climatología de siglos anteriores en las islas.

¿Qué temperatura había hace mil años?, ¿es cierto que Delta ha sido la primera tormenta tropical de la historia de Canarias? Aunque parecen preguntas que nada tienen que ver una con otra, no es así. Y es que el estudio de la climatología del pasado, a través incluso de archivos y datos históricos, explica en buena parte la fiabilidad de las predicciones del futuro, según ha destacado hoy en la Universidad de Verano de Adeje el profesor de Geografía Física de la ULL Pedro Dorta Antequera.

A grandes rasgos, “el clima se ha mantenido más o menos estable en los últimos mil años”, aseguró el ponente del curso sobre cambio climático que se desarrolla esta semana en Adeje. ¨Pero cómo puede reconstruirse el clima del pasado? A través de datos numéricos de distintas fuentes; aunque “cuanto más cercanos estamos a nuestros días, mayor es la información numérica”, aseguró el experto.

Pero los datos utilizados para conocer el clima del pasado tienen algunos matices que hay que tener en cuenta: el efecto urbano (cuanto mayor es una ciudad más caliente es), su validación o la longitud de las series, es decir, el número de años en estudio. “Esto es muy importante y más en el caso de Canarias, que tiene la irregularidad pluviométrica más grande de España”.

De hecho, hay ciudades como Berlín o Praga, que tienen estación meteorológica desde 1701 y 1756, respectivamente, mientras que las de Canarias son, en su mayoría, de 1945, por lo que resulta muy complicado conocer la climatología de siglos anteriores en las islas. Además, en todo el planeta sólo hay mil estaciones que registran datos de todo el siglo XX, y encima la mayoría están en el mundo desarrollado, lo que supone que hay un mayor desconocimiento acerca de otras zonas.

Hay series en estudio que además tienen lagunas, etapas en los que no se registra ningún tipo de dato, debido en algunos casos a periodos de guerras. Para subsanar esta carencia, los investigadores utilizan procesos estadísticos que intentan rellenar esos vacíos, a lo que hay que añadir que también pueden aparecer datos erróneos que deben descartarse.

¿Qué se puede reconstruir hoy sobre el clima del pasado? Olas de calor o de frío, sequías, datos fenológicos relacionados con los cultivos y valores medios aproximados de temperatura. Dorta insistió en que analizando archivos y documentos antiguos se puede obtener información muy valiosa sobre el clima de esos años.

Uno de los métodos más certeros para reconstruir una sequía consiste en la lectura de los documentos eclesiásticos de la época, cuando, al creer que se trataba de un castigo divino, se sacaban a la calle los santos de la zona o a la patrona, por ejemplo. “Todo eso ha quedado documentado”.

En Canarias
El estudio del clima canario es muy complicado, y además la pluviometría presenta muchos picos irregulares. A ello hay que añadir que las series de datos son muy cortas, ya que si bien Izaña empezó a recopilar datos desde comienzos del siglo XX, no se informatizó en su totalidad. Estos datos poseen además abundantes lagunas, sobre todo en cuestiones de medición de viento, generalmente por ruptura del anemómetro durante algún temporal.

El resultado de todos estos inconvenientes se traduce en  interpolaciones complicadas. “Canarias necesita con urgencia un estudio histórico de su clima”, ya que se han hecho aproximaciones muy groseras y es necesario trabajar con mayor fidelidad.

¿Se puede demostrar que estén ocurriendo cosas nuevas? Si bien la tendencia al calentamiento global es evidente, es difícil de demostrar. De hecho, en 1922 hubo unas precipitaciones muy parecidas a la ocurrida hace apenas unos años, precisó Dorta. En cuanto a las sequías se puede decir más de lo mismo, ya que en el siglo XX ha habido una media de sequías similar a la de siglos anteriores.

El ponente de la Universidad de Verano de Adeje relató que indirectamente se pueden reconstruir periódicos de lluvia muy intensas por los archivos eclesiásticos, ante las plegarias de la gente bien por falta de lluvia, bien de agradecimiento por lo llovido, bien para pedir que pare la lluvia. “Los datos son muy fiables aunque hay que tratarlos con muchísimo cuidado”, aclaró.

De hecho, las bibliotecas británicas podrían contener documentación de gran valor sobre el clima de Canarias, dada la presencia de ingleses desde finales del XIX hasta la entrada en la segunda guerra mundial. En cualquier caso, añadió, la información histórica sirve de complemento sin ninguna duda a la información estadística.

El geógrafo comentó que el temporal en noviembre de 1826 acabó con la vida de centenares de personas en las islas. “Seguramente es la peor catástrofe natural del archipiélago, incluidas las erupciones volcánicas”. Por lo tanto, la historia muestra que ha habido eventos muy graves y muy severos en las islas. Este temporal podría haber sido otra tormenta tropical, según su grupo de investigación. En cualquier caso, “la variabilidad climática del pasado reciente, que estamos empezando a conocer, es muy importante para establecer la del futuro”.

¿Qué pasó en Tenerife el 31 de marzo de 2002? Pues, a juzgar por lo descrito por el profesor, algo de lo que todavía no podemos decir que sea del todo excepcional. En esa riada, que acabó con la vida de ocho personas, se dobló la media de precipitaciones con una tremenda concentración espacial y temporal, ya que fue en dos horas y sólo en Santa Cruz de Tenerife. “¿Es excepcional? Habría que investigarlo, porque no está claro, ya que en 300 años ha habido en la capital tinerfeña cuatro riadas muy severas. Lo que está claro es que si ha ocurrido, ocurrirá de nuevo”.

¿Y con el Delta en 2005? También los datos, si se comparan con series históricas, arrojan un resultado un tanto ambiguo como para decir que fue producido por el cambio climático. De hecho, el aeropuerto palmero de Mazo registró vientos de 144 kilómetros por hora, mientras que en 1970 llegaron a 162, y en el de Los Rodeos se llegó en 2005 a 132 kilómetros por hora, frente a los 162 kilómetros de 1975. “Por tanto, en 1975 se trató de un fenómeno muy similar a Delta, alcanzando la categoría de tormenta tropical, pese a que los datos de viento tienen series muy cortas”, según datos del Instituto Nacional de Meteorología.

Para Pedro Dorta, “el cambio climático no es el principal culpable de lo que está ocurriendo, más bien son los gestores del territorio. Y lo que sí es cierto es que nuestra vulnerabilidad está creciendo más rápidamente que la intensidad del peligro”.

Hablar de lo que va a ocurrir con Canarias en cuanto al clima es casi de ciencia ficción, aseguró, si bien es del todo incontestable que Izaña está calentándose, pero a partir de ahí no hay datos certeros”, concluyó.